Nadie tan controvertido en México que Andrés Manuel López Obrador, que a dos años de su triunfo histórico, en esa noche triste para la oposición, hoy gobierna un país aquejado por la desolación de la pandemia y sus estragos sociales.
Esa noche triste, José Antonio Meade y Ricardo Anaya, en un acto democrático – no por civilidad política, sino porque no les quedaba de otra- reconocían el triunfo del, hasta ese momento, siempre derrotado en la carrera presidencial; sin duda, un momento histórico y para la historia.
A dos años de la gestión de AMLO, es innegable que su legitimidad sigue intacta y que su capital político lo resguarda de sus detractores, mientras su pueblo, la mayoría, lo defiende y prohíja con un grado de popularidad y aceptación sin precedentes, incluso en tiempos de pandemia.
En materia política la vertiginosa marcha del gobierno está dirigida por este incansable presidente que, pese a su edad, realiza giras y apariciones políticas evidenciando el ánimo de transformar al país y cambiar su destino, cuestión encomiable pero todavía en proceso con los contratiempos de un mundo en crisis sanitaria, económica, política y moral.
Así, con el porte siempre sencillo y humilde, recibe el escarnio de los sectores de interés que lo fustigan, habiendo, inclusive, formado un frente anti-AMLO, volcándose en declaraciones donde develan sus intentos golpistas, donde en vez del reclamo se debería haber creado un frente nacional de apoyo al Estado para abandonar este momento aciago. Sin embargo, se insiste en demeritar, como nunca antes se hizo, a la figura presidencial y, lo que es peor, a López Obrador como persona.
Las manifestaciones en su contra tienen un lenguaje de odio, una consigna destructiva y brutal; no se le exige la eficiencia de su mandato, sino un reclamo airado por haber puesto orden en la Hacienda Pública y en las finanzas públicas, cuestión que develó el robo fiscal de empresas y empresarios, entre ellas el consorcio internacional Wal-Mart, que había sido amparado en sexenios anteriores al permitírsele defraudar al fisco de la nación y con ello a los mexicanos.,
No se le reconoce su esfuerzo por redistribuir la riqueza a diferencia de otros gobiernos que lo precedieron; no se le reconoce la lucha contra la pandemia que ha evitado miles de muertes con pocos recursos económicos, mientras países aventajados como China, Estados Unidos, Italia y España han dado muestras de ineficiencia de Estado, y qué decir de Brasil, donde la pandemia es una carnicería humana.
López Obrador y su gobierno tienen muchos retos por delante, y aunque lo mismo tuvieron quienes lo antecedieron, sólo a él se le exigen respuestas y soluciones inmediatas, porque lo que quiere la oposición es el fracaso de su proyecto político.
AMLO ha degradado el enquistado autoritarismo de una clase política corrupta, sin mayor moral ni nacionalismo, haciendo de la democracia un mandato ciudadano, pero aún predica en el desierto.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
