Cuando pienso en la nostalgia de la humanidad…

Cuando pienso en la nostalgia de la humanidad me estremezco, parece que todo hubiera cambiado en el rostro de todos, pero la vida devela el mismo camino incierto, aquel que no deja más que huellas de dolor.

Las calles de cristal y asfalto no tienen los colores y la bulla de ayer, no admiten contacto; nos hemos vuelto extraños citadinos, fantasmas de la desolación y el hambre; desgarrados por un virus que ha destruido hasta la conciencia, donde la verdad se ha perdido, donde el amor se confunde en los sentidos, en los misterios de los discursos.

Todos miran el calendario esperando el día infinito, aquel que traiga la luz perdida, ese precario destello que nunca amparó a los pobres y hoy tampoco lo hace, porque la muerte prohíja el atropello y la desolación.

¿Cómo pensar a la muerte? No hay tiempo, el temor nubla los sentidos, destroza la bondad y ahuyenta al amor; pocos quedan en las calles, han encontrado refugio incierto en la reclusión, mientras pocos escuchan y muchos gritan, quizá esperando que el universo abra una luz infinita que acompañe a los corazones rotos, aquellos que en las lágrimas de la muerte nos han dejado para siempre.

Preocupados, sin acción los escritorios regalan recetas de vida, pero la muerte no sabe leer y escribir, se confunde en las parafernalias de la sórdida comunicación; las horas se vuelven atrevidas visiones de espejismos donde aguardamos sin emoción, varados en la conmoción del desencuentro social.

Ya no se abren las alamedas, postergadas, aletargadas en el murmullo de los pájaros, en el estruendo de la polución, donde el vuelo de la mariposa se ha perdido en la estela y la paradoja del terror social.

Cuando pienso la nostalgia de la humanidad, veo al hombre náufrago, desprovisto de la educación y preso de la comunicación de televisión; sin esperanza, con miedo a no existir tanto como a existir, sin mañana porque el futuro ha quedado preso de nuestra insensatez de leyenda, de cuento de hadas; donde los cuerpos de piedra se asoman sin magia, sin dragones, porque el virus del sueño eterno destrozó la utopía de la vida.

Consultoría política y lectura de Tarot: [email protected]

Avatar photo

Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.






Avatar photo

CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.