Con el apoyo social en un envidiable 70 por ciento, Manuelovich se encumbra como el presidente más popular de América Latina, cuya aceptación causa estrépito entre los empresarios, clase política y ciudadanía en general, sin que hasta ahora exista viento en contra que lo pueda despeinar.
¿A qué se debe el éxito de López Obrador?
López Obrador es un sobreviviente de las cenizas del PRI y un pateador del pesebre que hizo del activismo antisistémico una bandera de magnitud social; unió a los que la amargura y las gotas del hambre y la pobreza y la carencia de oportunidades habían sido el único resultado de las promesas políticas que les arrebataron por décadas el aliento, cuestión que se sumó al ascenso de los grupos delictivos que no sólo les roban el sustento, sino también la integridad física y la vida.
La erosión de la clase política gusano se sumó al éxito de López Obrador sin desearlo, porque hicieron de la política el botín maldito de unos cuantos que se comían el cuerpo del Estado; entonces nada los llenó, nada los satisfizo y comenzaron los negocios que provenían de la corrupción, pero ahora con grupos delictivos, lo que lastimó a los de a pie, a los pobres y apretujó a los trabajadores con peso intelectual, los cuales empezaron a resentir la erosión de lo ganado en 1938 con la expropiación petrolera.
López Obrador oscila distinto, confunde y amenaza con signos tácitos en su gobierno a los poderosos y a los que se habían comido a puños el gobierno, cuestión que observan la mayor parte de los mexicanos, que tocaron fondo hace décadas y que hoy perciben una reestructuración política y económica, pese a que los rotativos digan que la economía no crece, que las inversiones se fugan o que el empleo se esfuma.
La cara contraria a la desorientación y melancolía de los grandes negocios, jugosos y asquerosos, es la cárcel y la amenaza de la cárcel a los políticos corruptos, que ha creado un piso de credibilidad insospechado, condición que se acompaña con un discurso anticorrupción cuya dulzura halaga el oído, quizá no el estómago.
La mesura, modestia y austeridad personal de Manuelovich doblan a cualquiera, y esto manda un mensaje sólido a los que menos tienen, que históricamente sólo vieron dispendio, opulencia y despotismo, tácito o expreso, de los políticos.
López Obrador es el éxito que ahora se viste de mito social.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
