El estado de Nuevo León no es el primer ejemplo a nivel mundial de una crisis de agua; en los hechos, desde el siglo XX el planeta ya experimentaba esta problemática, la cual fue advertida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en diferentes foros, y la atribuyó al sobrecalentamiento de la tierra y los efectos de la contaminación ambiental que perfilan una crisis de la humanidad.
Resultan dantescas las imágenes de la crisis del agua en Monterrey, donde los ciudadanos han tenido que recurrir a tomas clandestinas y hasta a perpetrar saqueos de agua en parques y tomas públicas, mientras el gobernador, Samuel García, aparece lánguido y lejano a esta realidad que es intolerable y que amenaza la estabilidad sanitaria y de preservación de la vida humana.
Esta problemática se suma a que en México el agua que se suministra a la población en su mayoría no es potable y los sectores que pueden comprar agua purificada son los menos.
La crisis del agua en Nuevo León debe ser una llamada de atención a nivel nacional, pues no es un caso aislado sino la revelación contundente de que el país requiere crear una estricta legislación para la administración y preservación de los mantos acuíferos, acompañada de una mayor protección forestal y acciones para elevar la conciencia social.
Es evidente que las futuras guerras se darán por el dominio del agua; en estos momentos ya existen grandes oligopolios que cuentan con el dominio del líquido y en muchos países es un recurso de carácter privado, cuyo suministro es una de las industrias más lucrativas en el mundo, lo que trasgrede los derechos humanos y no puede ser pasado por alto cuando el mundo donde la ciencia ha alcanzado innegables logros, por lo que resulta paradójico que el planeta se seque a pasos brutales.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
