La democracia sin partidos

Por décadas, en México ha existido una crisis de los partidos políticos, los cuales no pueden ser considerados como conductores sociales y mucho menos como interlocutores de la voluntad ciudadana en la esfera pública ni en la conducción gubernamental del país.

La evidencia empírica de esta crisis es que sus militancias son mínimas y la mayoría de los ciudadanos que llegan a votar en una elección no pertenecen a ningún partido político; más aún, la mayor parte de los ciudadanos suelen no votar por los partidos políticos, sino por los personeros que se erigen como candidatos.

El caso más evidente de la crisis de la partidocracia en México es el ascenso de Andrés Manuel López Obrador, cuyo capital político le permitió defeccionar lo mismo del PRI que del PRD y fundar Morena, quien además de su legitimidad, credibilidad y popularidad, ha trascendido por su carisma y empatía social que está por encima de cualquier partido político.

El análisis crítico del fracaso de los partidos políticos en México estriba en que han resultado, en su mayoría, un enclave de élites de poder, cuya verticalidad de mando ha sido tan brutal y autoritaria que alejaron a la mayor parte de los ciudadanos, que han visto en los partidos un lastre de la democracia y, evidentemente, de la voluntad soberana del pueblo.

La pregunta inmediata es: ¿por qué en México aún subsisten los partidos políticos? La respuesta es concreta: la ingeniería constitucional está construida de esta forma como maquinaria de institucionalización del poder de las élites como ocurrió con el PRI, que creó una maquinaria partidista que le permitía legitimar el poder de las élites; aunado a ello, mantenía la “civilidad política” y generaba la única vía de sucesión política.

¿Es posible una democracia sin partidos? Sí, desde luego, solo habría que ampliar las formas constitucionales e instrumentos de la ingeniería constitucional para dar paso a nuevas figuras de ascenso ciudadano al poder público, pero no con las trabas de la quimera de las candidaturas independientes, sino de formas objetivas de poder ciudadano.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.