La naturaleza política se ha cimentado en una pirámide de poder donde coexisten el espacio público dominado por la clase política, el espacio privado concentrado por las oligarquías económicas y, como esfera institucionalizada, la sociedad civil.
Este esquema que marca la diferenciación social entre lo público y lo privado, como apreció Niklas Luhmann, atraviesa por una franca metamorfosis donde los intereses privados lo han vuelto utilitario, creando una estructura de Contrato Social donde, en la metáfora de la soberanía del pueblo, es solo un imaginario colectivo, constreñido a su mínima expresión de poder, mientras los lobbies de interés de grupúsculos prohíjan la asimetría y desigualdad social.
Cada vez que estamos a punto de comenzar un proceso político lo primero que se pregunta la ciudadanía es: ¿el candidato y su proyecto político nos devolverán las oportunidades perdidas?, ¿por fin este será el gobierno que estamos esperando donde nuestra voz será escuchada?, ¿este candidato le cumplirá al pueblo y terminará con la corrupción e impunidad?
Estos cuestionamientos de forma y fondo reflejan que el poder no ha sido la manifestación de emancipación de la sociedad civil para alcanzar las oportunidades que debe generar un gobierno que sea entendido como expresión instrumentada de la ingeniería constitucional que no solo establece derechos, sino que los hace respetar y cumplir.
Frente a una contienda inédita a la gubernatura, en Hidalgo renace la esperanza de que el proyecto político que se encumbre garantice que el piso de la pirámide política que forma la sociedad civil sea artífice, partícipe y detentadora de la horizontalidad del poder del Contrato Social en su dimensión de gobierno, lo cual presupone sentar las bases de una estructura política que redistribuya la riqueza propiciando que los sectores sociales que menos tienen presenten mayor capilaridad económica y, de manera contundente, asciendan a la movilidad educativa, cultural, de seguridad y de salud de la que históricamente han sido marginados.
En este trazo de lógica redistributiva, el nuevo gobierno estatal en Hidalgo deberá constituir un proyecto inédito, de piso de pueblo, donde la soberanía popular vuelva a tener dignidad y rostro social.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
