La política de la mentira

El escepticismo docto suele ser una de las formas inmejorables para realizar la crítica de la realidad, pero a la mayor parte de las personas no les gusta porque las extrae de su estado mental y físico de confort.

Pero, ¿por qué no admitir que la realidad política que trasciende en lo cultural, afectivo, cognitivo, sexual, amoroso, económico, y tantas y a tantas estelas, no es verdaderamente una mierda para los que sucumben ante ella?

Lo cierto es que deambulamos en las migajas y en las dádivas, no nos organizamos y unos cuantos engordan como lo que son: buitres que vulneran a la presa del depredador (Estado), mientras que, como carroña, servimos para alimentar tanto al depredador como a los buitres. Dicho en otras palabras, somos moneda de cambio.

¿Qué nos trajo aquí?

Lo que construimos como civilización  pasó, lo mismo por el mito que por el control social, de acuerdo a la penetración cultural y religiosa, creando mansos corderos, seres que fueron nulificados a lo largo de la historia aceptando por precariedad mental, las más de las veces y por convicción no docta,  que las cosas eran así, que tenían que ser así.

Existe un destino manifiesto o determinismo, o bien, bula religiosa que hace que los depredadores sean depredadores, que los buitres sean buitres y que las presas (el pueblo) sean presas; lo peor del caso es que hay que conformarse con ello.

Sin pendejos no hay chingones

Si alguien se ha tragado el cuento de que los pobres, ignorantes y explotados lo son porque son pendejos, porque no tienen ganas de sobresalir en la vida, porque son estúpidos sin iniciativa, porque Dios les reservó el cielo pero no la Tierra, en fin, porque son mulas nulas y por lo tanto sólo deben llevar la carga, es porque no hay chingones sin pendejos.

El chingón lo es porque el pendejo lo permite; es chingón porque supuestamente tiene inteligencia y fuerza, porque Dios se la legó, porque la natura lo seleccionó para ser chingón. ¡Ja, ja, ja!, hasta el hocico me sangra.

La verdad

Hicimos de la civilización Estado-política una mentira, nos convertimos en una sociedad complaciente, de la mentira y proclive a la mentira, porque el engaño es fantasía y ante el poder beligerante los más nos conformamos con esa ilusión pendeja que los políticos ponen en sus palabras cuando hablan de favorecer al pueblo, al bien común, cuando aceptamos una y otra vez que los políticos vivan en mansiones con alberca, aire acondicionado, Mercedes a la puerta, donde la servidumbre y un pendejo chofer se inclinan y le besan la mano y el culo al político-patrón.

El fin del mundo

Ya vivimos el fin de los tiempos, donde el Estado-depredador, los buitres-políticos y las presas-pueblo han llegado a límites inenarrables, porque las presas-pueblo se convirtieron en cosas, en objetos y monedas de cambio, que sirven a sus amos y les besan el culo pestilente que tienen, además de que se comen la mierda hecha discurso, quimera política o promesa de nación.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.