La verdad oculta, no está oculta

Se estrujan los hilos de la razón, enmudecen los gritos en las calles, o bien, son acallados por las pisadas de la policía que, vigilante al servicio de sus amos, está dispuesta a castigar con la ferocidad del lobo, sin compasión para dejar el rastro que permita aleccionar a los que pretenden hacer valer su voz, aquellos que llamamos pueblo.

¿Por qué hemos creído en el Estado?, ¿por qué creemos que el Estado nos protege? ¿Es acaso el Estado, o bien, al menos este Estado el que debería “guiar” nuestra vida social?

En todo este escenario, donde día con día apreciamos la distancia de la desigualdad impuesta para subordinar y avasallar a la humanidad, está la verdad oculta de nuestra ignorancia, abierta o no, que trasciende hacia la inmovilidad física y mental de las personas, que sin organización, o lo que es peor, sin querer organizarse, siguen aceptando una realidad que por siglos ha oprimido al tejido social, negándole las oportunidades que desde la cúpula del poder político y económico se concentran en sus manos para crear una realidad paralela que se sirve de la materialidad cotidiana.

En esta cruenta realidad, la verdad oculta (que en realidad conocemos) es la imposibilidad de la conciencia como rol histórico para hacer del poder político-gobierno la realidad que hoy es la metáfora del payaso: “el pueblo es el soberano y el soberano es el pueblo”. Ni Hobbes la creyó jamás.

Desgarradora e insolente es la desigualdad social que como verdad oculta, oculta la piel de los carniceros del poder público y privado, aquellos que nos han “convencido” que el orden sistémico imperante revela justicia, igualdad y oportunidad, mientras el contraste de la realidad nos escupe a la cara que la explotación e indignidad humana tiene cara de Estado-mercado.

Con la ingenuidad del niño al que se le arrebata un dulce argumentándole que viene “el coco”, de la misma forma el carnicero Estado-mercado nos arrebata la vida gota a gota, suspiro a suspiro y aliento a aliento, jamás de golpe, salvo cuando cobramos conciencia política y nos rebelamos frente a él, porque es necesario utilizarnos para garantizar la riqueza y bienestar de los dueños del Estado-mercado, porque es necesario garantizarles el paraíso terrenal y para ello, la vida de los explotados es sagrada para lograr que la cadena productiva genere su riqueza oprobiosa.

La verdad oculta, no está oculta.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.