La precaria oposición política en México evidencia el proceso de descomposición orgánica que vaticina el estrepitoso final del “Grupo Atlacomulco”, que por décadas tuvo el poder en la sucesión presidencial.
La paradoja de los profanos de la política estriba en que la estructura institucional y lo que ellos perciben como la construcción del Estado postrevolucionario dejó atrás la retórica profana y vacía, para darle nuevos contenidos a las acciones del gobierno con el ascenso de la izquierda en México, que en menos de un sexenio ha logrado asegurar que la balanza se incline hacia el proyecto de transformación política de la nación.
Para los políticos de la vieja guardia no hay explicación del ascenso de la izquierda ni del capital político del presidente López Obrador, y por ello se han dedicado a la guerra sucia con argumentos que se reducen al deslinde de su responsabilidad en las condiciones que enfrenta el país y, por supuesto, a negar los aciertos del cambio político que ha habido.
En este trance histórico, los profanos parecen haberse rendido y quebrado al no contar con herramientas orgánicas de peso ciudadano, al grado que reducen el análisis de su fracaso político a premisas insulsas como “el voto es de castigo, no de conciencia”, “el modelo político de la izquierda es populista”, “los ciudadanos son ignorantes” o “el gobierno viola la ley”.
Esta fatal inoperancia de los profanos de la política no admite que la cultura política de la ciudadanía ha tenido un ascenso significativo, desde luego insuficiente aún para desterrar las prácticas de corrupción e impunidad que legó la vieja guardia.
Sin embargo, mientras los profanos de la política hacen todo lo posible por sembrar una campaña de terror gatopardista, los conversos ciudadanos han incrementado las acciones de cambio social que incidan en la transformación política del país, al grado que los comicios electorales de 2024 asemejan la crónica de una muerte anunciada, pues una vez que caiga el Estado de México, las huellas del dinosaurio se petrificarán.
La lucha de profanos contra conversos presagia el final de una historia amarga y desgraciada del pueblo contra la omnipotencia política de una clase que construyó su poder en la corrupción e impunidad.
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Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.
