Mi padre y su vida política

Cuando hablo de mi padre, el pasado y el presente se funden en una sola visión: se trata de mi vida en el exilio.

 

Yo soy uno de miles de chilenos que tuvo que pasar al exilio a nivel internacional, porque en mi país se instauró una dictadura militar fascista que depuso y proscribió la vida. Esto no solo afectó la vida democrática, sino que hizo del valor de la vida su cheque al portador para controlarla y perpetrar el terror que en Chile se instauró y conmocionó al mundo libre.

 

En mis recuerdos de niñez se encuentran los tanques en las calles, la muerte, las detenciones indiscriminadas, los campos de concentración y la censura de la vida social, marginada y reprimida con la mordaza de la metralla y las bayonetas; bajo un clima de terror irrespirable que imponía la mordaza y generaba la autocensura de las ideas.

 

Las imágenes del bombardeo al palacio de la Moneda, donde se asesinó en Chile la verdad histórica de la voluntad democrática del pueblo, se unen a la imagen de mi padre que fue perseguido, al igual que millones de chilenos que tuvieron que abandonar el país porque de lo contrario serían asesinados por la dictadura militar. Esos fueron los días de la muerte, esos fueron los días de la amargura social.

 

Mi padre siempre fue un hombre demócrata, siempre vivió la libertad como un principio irrestricto de la diversidad social; me inculcó, junto con mi madre, el amor a la vida, a la igualdad y la lucha por la defensa de los que menos tienen, aquellos que yo suelo llamar los olvidados, porque se les ha olvidado con el peso de la maldad que no reivindica la dignidad social ni humana.

 

Muchas de mis palabras y mi visión de la realidad social, en términos estrictos, no son mías ni lo pueden ser, son de mi padre y madre, de su humildad y de su amor por la humanidad, pero no de la humanidad en abstracto sino en concreto, que lo mismo se hace en una escuela, que con un campesino o un artista, que en el trabajo o en el mar, en la verdad para luchar en contra de la desigualdad, aquella que atropella a las personas bajo el peso de los privilegios de las élites.

 

Hoy, mi padre es mi memoria, acompaña mi visión de la vida y nutre los pasos ciertos de la búsqueda perenne por la libertad, producto de la verdadera racionalidad civilizatoria que significa hacer de la verdad la razón de la vida social y la savia de la vida propia.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.