No me digan pendejadas

La Reforma Laboral, que con pelos y señales intenta parecer un planteamiento de vanguardia en las relaciones de trabajo, esconde las intenciones del nuevo gobierno para sentar las bases de un nuevo control sindical y sobre el trabajador.

Uno de los aspectos nodales es evitar la formación de sindicatos blancos, aquellos que son controlados por las cúpulas empresariales para engordar los bolsillos de los patrones, condición loable si fuera cierta, pero la realidad suele ser cruenta y los anhelos de justicia social sólo  un fragmento de los discursos que se dicen con pasión pero que únicamente calman las flaquezas de los gobernados y los gobernantes.

Si fuera cierto que estamos en la era del sindicalismo del trabajador, los salarios de hambre y los contratos leoninos habrían desaparecido, pero todo es maquillaje político, cosmetología de una demagogia que enferma y pudre el alma; no hay un trazo claro sobre el camino de un país que le restituya a la fuerza de trabajo el camino de la dignidad humana.

Detrás de la Reforma Laboral aparecen los apetitos de los empresarios, que ante la renegociación del Tratado de Libre Comercio empujaron a AMLO a plantear una reforma al vapor, que en el maquillaje le entrega las puertas de proletariado industrial y campesino desprotegido y desprovisto de herramientas legales para vivir de manera digna y hacer de las relaciones laborales no el juego del gato y el ratón, sino la expresión de libertad del pueblo.

La cagamos una y otra vez, vivimos con aumentos salariales que no sirven ni para comprar papel higiénico; somos trabajadores en condiciones feudales, que todavía tenemos que agradecerle al patrón la fuente de empleo cuando somos nosotros quienes le permitimos vivir a cuerpo de rey, mientras tragamos mierda y nuestros hijos viven en la desesperanza.

 

NO ME DIGAN PENDEJADAS

Los trabajadores a nivel mundial, inclusive los de países industrializados, viven en el inframundo, en una cadena de valor que generan y que otros se apropian; somos los trogloditas de un mundo indolente donde el poder político sirve a elites que utilizan al Estado y los títeres de la política para hacer reformas laborales que sólo generan neoesclavismo.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.