¿Quieres lo que dices que quieres?

El lenguaje se ha ido simplificando y empobreciendo, al grado de que ahora no sabemos el significado de palabras como “resiliencia” o “toxicidad” y las utilizamos para casi todo.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

La mayor proeza de la humanidad ha sido establecer el lenguaje como dominio de la realidad social; la palabra hablada marca, desde la prehistoria humana, el acceso a la realidad en relación a la interacción con otros seres humanos y su perfección permitió construir realidades de diverso tipo, lo cual deja ver el poder orgánico del lenguaje predispuesto por los seres humanos que le otorgan ese poder.

Sin embargo, en nuestra era el lenguaje como una expresión de la vida de los seres humanos y sus interacciones se ha ido simplificando y empobreciendo en un grado superlativo, en ocasiones por los usos de las élites, como lo advirtió la feminista Agnes Heller, o bien, por la apropiación en “caló”, lo mismo de mafias que de relaciones ripiosas; en todo caso, la semántica ha perdido el valor expreso de lo que se quiere decir y qué se quiere decir con lo que se dice.

¿Por qué es importante preservar la semántica del lenguaje? La respuesta es intrincada, pero advierte que la conexión depurada del significado crea mayores oportunidades de vida y la depredación del significado también depreda la construcción de la realidad.

Pensemos en el concepto de “resiliencia”, la capacidad de un objeto para volver a su estado físico original; hoy se le usa como virtud de las personas para recuperarse de un suceso funesto o difícil en su vida, cuando en realidad los seres humanos no somos resilientes, porque avanzamos y modificamos sustantivamente numerosos patrones de vida; la resiliencia no es posible en un ser humano porque se transforma desde su nacimiento y hasta su muerte.

El lenguaje superfluo, investido de “culto” o “docto”, ahora utiliza la palabra “tóxico” para referirse a relaciones sociales o personas, condición absurda porque lo tóxico o toxicidad se refiere a un veneno o sustancia venenosa.

La pobreza del lenguaje social en nuestra era también refleja la pobreza humana de esta era a nivel mental, nos hemos vuelto cretinos funcionales y la pestilencia nos persigue porque la generamos a escala superior.

Si la semántica es cualquier cosa, es porque cosificamos al lenguaje, cuando deberíamos preservarlo porque su sentido y significado fue el que nos permitió llegar hasta el siglo XXI.

 

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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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