Sin piedad AMLO propina consecutivos a los expresidentes

Camina lento hacia el montículo, llega al centro del campo, ahí clava los spikes desafiando a los que desde la caja de bateo lo ven con desdén. Ya no es el joven que alcanzaba bolas de 90 millas, pero le quedan muchos recursos en ese brazo que ha recorrido muchos parques y todos los municipios del país. Se siente seguro en la lomita de las responsabilidades, ahora le toca a él administrar el juego como lo hacen los grandes pítchers. Ahí, con el poder en su brazo jala aire, hace algunos lanzamientos ya investido con el uniforme nacional. Le gusta batear, pero el cargo obliga a tener control de los adversarios, así el viejo zorro de la política de los batazos oportunos dejó de pegarle de vuelta entera para concentrarse en la región donde se ganan los juegos, la defensiva.

Con el conocimiento claro que más allá de los jugadores con la pericia de su fildeo en el cuadro y los jardines es él, precisamente, quien ha sido electo como el pitcher abridor de un juego requiere estrategia porque hay que contener los embates de todos aquellos que apuestan en apalear al equipo mexicano que prometió la cuarta transformación. No se va dejar, toda su vida peleó e hizo campaña para llegar a este juego.

Cauteloso, con la experiencia a cuestas de muchas temporadas del la que debe ser el juego de su vida: arranca las hostilidades contra los adversarios, contra ese grupúsculo que bautizó como la “mafia del poder”. Ahora utilizará todos sus recursos y experiencias para buscar el escón de ponchados. Es decir, retirar en orden y por la vía más humillante a los presidentes, sus antecesores, los tres últimos responsables de instalar el neoliberalismo y olvidarse de los más pobres. Esos que al tabasqueño lo apoyan incondicionalmente, pero que los panistas y el priístas olvidaron en sus políticas de bienestar.

Aunque su odio y obsesión contra Carlos Salinas de Gortari al que considera el capo de capos de la mafia del poder es tan grande que podría aniquilarlo con toda su estrategia para hacerlo pagar por la crisis energética y los huachicoleros, el error de diciembre, el cambio de imagen del negrito Bimbo y la pérdida de fe en la virgencita de Guadalupe, la reencarnación de Benito Juárez sólo se abocará en culpar a Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto de su negligencia para haber enfrentado en su momento a los saqueadores de los bienes energéticos de la patria.

A Vicente Fox lo reconoce como un traidor a la democracia, fue el guanajuatense quien impidió al serpentinero en 2006 ganar la presidencia, le aplicó el recurso del desafuero y le quitó su derecho a gobernar el país cuando Andrés Manuel era un fuerte prospecto para llegar a las ligas mayores. A él sin piedad le lanzó una recta que dejó bizco al pelotero con botas; luego aprovechándose de la estatura del patrocinado por Coca Cola se ensañó con una bola ensalivada demasiado baja para ahogarse con el enorme bat. A manera de cierre y con la inteligencia que da la veteranía el peje lanzador dejó al presidente vaquero con la carabina al hombro, lo engañó con esa bola nudillera que tiene en su repertorio para hacer ver mal a los que se creen jonroneros. Por su parte, aunque Fox quedó aludido por el preciso de Macuspana como el primer responsable del robo a los ductos, el desparpajado gigante que llegó a batear .350 reviró aventando el bat y burlándose del pitcher presidencial.

Con Calderón el todopoderoso de la colina del cuadro no tuvo piedad. Al otrora tolete michoacano debilitado por haber dejado hace unos meses la histórica franela azul que alguna vez lideró e incluso lo llevó a la presidencia recetó un monumental chocolate que para muchos en realidad tuvo el sabor de venganza del pasado. El latigo de Tepetitán se aplicó para no sólo asestar el out, sino trabajó para ridiculizar al adversario. Con certera bola que quebró a llegar a home el veterano Calderón sin el poder que perdió se fue con la inercia de un lanzamiento que lo dejó viendo bizcos le recordó que la derecha en mucho tiempo no regresará al poder. AMLO fue contundente al señalarlo como un actor que tuvo conocimiento del robo a los energéticos y que fue incapaz de detener el saqueo de ductos.

Con dos fuera, sólo faltaba cerrar la joya de pitcheo de un primer inning. A diferencia de los anteriores, el turno al bat del encopetado bateador tricolor, Quique “mala suerte” Peña, resultó simplemente un trámite. Lo difícil había pasado. Retirar sin mayor preocupación al enviado de Atlacomulco team resultó más sencillo que dar una base por bola. El Peje nudillero, apenas acomodó el guante, hizo la mirada socarrona hacia el receptor que le pedía puras bolas altas porque ya se sabe que a Enriquito le gusta el macanazo piñatero. Así, sin emplearse a fondo, strike tras strike colocaron al mexiquense en el out que dio fin a la cátedra de pitcheo.

No debemos sorprendernos, los jugadores con talento son tempramentales, especialmente cuando hay rencores acumulados por el maltrato que recibió de quienes lo antecedieron. Así, ese será el tono de un gobierno que empieza a cobrar vendettas a sus históricos adversarios. El tabasqueño concentra el poder, es el vocero del Ejecutivo del movimiento que él gestó, ahora aprovecha todos los medios para poner en su lugar y dejar en claro que nunca más lo volverán a pisotear. Con el colmillo de los viejos peloteros que aun sin velocidad son capaces de articular jugadas con maña que logran resultados similares a los que se destacan con el talento físico, AMLO seguirá buscando el juego perfecto, que cada vez se ve más difícil, quizá un sin hit ni carrera suene más probable, en todo caso la blanqueada no luce mal y ya si ni eso se puede lograr con que gane este juego en extrainnings. Lo único que no se puede permitir el longevo lanzabolas es perder el juego; debe ganarlo y jugar con cuidado cada una de las entradas. Tampoco se vale buscar a un relevista.

Por: Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.






TRES BOLAS Y DOS STRIKES - Mario Ortiz Murillo

Por vocación sociólogo, de placer periodista. Soy un adicto enfermizo a las buenas y malas películas, especialmente las de culto (para mí). Me considero plural y lucho, desde mi humilde tribuna, en el aula y en la prensa por promover la tolerancia. Fiel seguidor de los Pumas, el mejor equipo de México y de la mejor institución del mundo, la UNAM. Aunque mi verdadera pasión no está en el deporte de las patadas sino en los batazos y las atrapadas. El rey de los deportes, según mi filosofía, debería convertirse en el deporte nacional y mundial por decreto de la ONU. Cuando esto ocurra, prometo jubilarme y dedicarme a bolear zapatos y arreglar bicis.