Ucrania, a un año de la invasión

Rusia no ha ganado el poderío que desea con la invasión a Ucrania, en cambio, la población ha sufrido los embates de una guerra sin razón de ser. 

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

¿Cómo pensar que el imperialismo es un arquetipo del poder político y económico del pasado?, esto es tanto como explicar que no existe dominación cultural en un teléfono inteligente.

Ucrania, más allá de su vitalidad geopolítica y los intereses de las potencias de occidente para afianzar una astilla en la frontera rusa, debe ser pensada como una de las aristas del imperialismo ruso que ha continuado en manos de Putin, sin que ello sea puesto en el debate de la autonomía y el derecho a la soberanía de los pueblos, ambos discursos que en ocasiones las mismas potencias utilizan para legitimar lo que no son.

La invasión rusa a Ucrania no ha encontrado límites y se centra en una “guerra de desgaste bélica y psicológica”, donde la población ucraniana ha sufrido del dolor que genera la muerte y el terror que se expande en el imaginario colectivo ante la agresión rusa, la cual no halla la manera de establecer el pleno dominio que esperaba.

Es indignante la postura de las potencias de occidente, que han hecho del gobierno de Ucrania el títere que requerían para hostigar al poder ruso, pero utilizando como carne de cañón a los ucranianos, que tardarán décadas en recuperarse de esta invasión una vez que llegue a su fin.

Los grandes de occidente han salido de la pasividad solamente para enviar armamento, convirtiendo el conflicto en un juego de crecimiento económico, ya que la industria armamentista cobrará sus intereses a costa de Ucrania, y una vez que termine el conflicto habrá activado cadenas de valor económico que refrescan la economía occidental después de la pandemia.

Crear conflictos es el distintivo del imperialismo, avasallando pueblos más débiles y menos preparados, como el ucraniano, y en pleno siglo XXI seguimos comprobando que poco o nada hemos aprendido y que las potencias son buitres listos para la carroña.

El papel pusilánime del gobierno norteamericano y el de rémora rusa del gobierno chino, son ejemplos aleccionadores de lo que se presenta en este juego geopolítico donde los buitres ya tienen trazada la parte del animal que se comerán.

 

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Por: Carlos Barra Moulain

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