-Buenas tardes soy… de la Secretaría del Bienestar e Igualdad Social del gobierno federal. ¿Hablo con…? (y efectivamente le da el nombre completo de la persona que recibe la llamada). Y continúa la voz muy propia de una mujer:
-Tenemos el reporte que cuando usted se inscribió hace dos años en el programa de “65 y más” su primer pago nunca se le entregó, ¿estoy en lo cierto?
Al afectado, tres elementos le hacen tener confianza en lo que le dice su interlocutora:
Primero: El que le hayan llamado a su número de celular.
Segundo: Que le digan por su nombre y apellidos correctos.
Y tercero: Lo más grave. Que sepan que (efectivamente) nunca le entregaron la primera ministración de dicho programa y efectivamente eso fue hace dos años (en mayo del 2023).
Todo ello le permitió al afectado tener toda la confianza para continuar la conversación telefónica.
Enseguida, “la funcionaria” le explica que por problemas administrativos el recurso no se entregó, pero que el gobierno federal ya está en condiciones de reintegrarle sus seis mil pesos, mismos que se le harán llegar a través de una transferencia. No puede ser como cobra su apoyo bimestral porque esta vez se trata de un pago pendiente, por lo que le indica que se hará a través de una transferencia bancaria para lo cual le pide primero el nombre del banco en el que el beneficiario tenga una cuenta.
Satisfecho porque recibirá seis mil pesos que no esperaba, al aludido le piden otro número telefónico en donde le puedan llamar para que él pueda en su celular entrar a la página del banco y de ahí a su cuenta personal. Ya abierta la página bancaria recibe paso a paso las instrucciones a través de otro teléfono -en este caso, en un fijo de su domicilio-.
Debe ingresar a una plataforma llamada Dimo. Aclara el afectado que todo esto fue en dos momentos, en dos días. En el primer día, al llegar a la cuenta se constata que no tiene fondos pues se trata de una cuenta en donde el dueño mueve su dinero para pagar deudas, su tarjeta de crédito o tan pronto como lo deposita lo lleva a una inversión.
Al comprobar que no hay fondos en la cuenta, “la funcionaria” le indica que para poder transferir es necesario que la cuenta no esté en ceros, por lo que le sugiere que a la mayor brevedad deposite cuando menos mil pesos; el aludido está de acuerdo pero le ofrece hacerlo hasta el día siguiente, propuesta en la que la dama le dice que sí y entonces le anticipa que mañana le volverá a llamar para concretar la citada transferencia.
Así ocurre y a la hora acordada recibe la esperada llamada. La dama le pregunta si se hizo el depósito para poder avanzar en la transferencia, ante la respuesta afirmativa se reinicia el procedimiento iniciado el día anterior. Es necesario aclarar que el aludido sólo depositó mil pesos, pues le habían dicho que era suficiente para poder recibir el pago de su pensión de adulto mayor no entregada hace más de dos años.
Ya en la plataforma Dimo lo van orientando para recibir los seis mil pesos; en un primer intento el sistema rechaza el “depósito”, le preguntan cuánto había depositado y al decir que lo que habían acordado, es decir mil pesos; le proponen que le harán dos transferencias una por mil y otra por cinco mil.
Concluye el proceso para los mil y al intentar “depositar” los cinco mil, el sistema lo rechaza, la “funcionaria” le indica que tal vez deben esperar en la línea unos cinco minutos para confirmar el supuesto depósito de mil y proceder al de cinco mil, en un momento determinado la llamada se corta y el afectado da por hecho que después le volverán a llamar para que la dama cumpla con el encargo.
Las horas pasan y el aludido entra a su cuenta bancaria y con sorpresa y enojo constata que tal depósito no existió; al contrario, comprobó que le sustrajeron los mil pesos que horas antes había depositado.
Hasta aquí la historia que esperamos sirva para evitar fraudes mayores y para que el gobierno pueda investigar qué sucede, pues es fácil constatar que todo viene de su propio personal que tiene acceso a información privada de los millones de beneficiarios con los que seguramente cuenta la Secretaría de Bienestar del gobierno federal.
Por hoy es todo, nos leemos en la próxima entrega, pero… Entre nos.

Por: José Guadalupe Rodríguez Cruz
*Egresado de la UNAM como licenciado en Derecho y Diplomado por el Instituto de Administración Pública de Querétaro y por la Universidad Iberoamericana en Políticas Públicas. *Regidor Municipal en Tula, Secretario Municipal de Tula, Diputado local en la LVII y LIX Legislaturas en el estado de Hidalgo y Presidente Municipal Constitucional de Tula 2000-2003. *Autor del libro “Desde el Congreso Hidalguense” y coautor del libro “Tula... su Historia” *Director y fundador del periódico bisemanario “Nueva Imagen de Hidalgo”, que desde 1988 se pública en Tula, Hgo.