AMLO: La gran mentira

Redacción

En las calles aledañas a la Plaza Juárez había estacionados decenas de camiones con “acarreados” para asistir al mitin de cierre de campaña estatal de Andrés Manuel López Obrador, aspirante a presidente por MORENA, partido que, por cierto, creó para consolidar su tercera candidatura.

La geografía de Pachuca fue un impedimento para acarrear masas, como lo hicieron en Huejutla, donde la colindancia con San Luis Potosí y Veracruz permitió abarrotar la plaza principal.

De camino se podía observar a los pseudolíderes comprometidos con la lucha social vestidos con chalecos de MORENA o playeras de la UNTA, comiendo muy a gusto en restaurantes y cafés aledaños, en contraste con los acarreados, que consumieron pastes, golosinas y frituras. El discurso de un México ambivalente con los pobres y la clase prepotente fue retratado.

En la larga espera por López Obrador la gente se quejó de tener hasta tres horas bajo la llovizna. El candidato que tanto se queja del PRI –partido en el que militó- parece replicar algunas de sus prácticas.

Al comenzar el desfile de invitados al micrófono, todos destacaron por un discurso setentero de represión, amor patrio, lucha contra el sistema, etcétera; aunque llamó la atención el hecho de que llamaran por el voto únicamente a MORENA, pues subrayaron que en Hidalgo no hay coalición, es decir, al Partido del Trabajo, que durante tantos años apoyó al “Mesías Tropical”, lo hicieron a un lado. Otra más de las tantas muestras de la inexistencia de lealtad.

Es obligación decir que del 100 por ciento de los asistentes, por lo menos 60 por ciento eran acarreados; el resto se trataba de asistentes invitados de Pachuca, lo que sugiere un pacto entre Damián Sosa Castelán, Yolanda Tellería, Daniel Ludlow Kuri y Gloria Romero León.

Al llegar el candidato muchas personas corrieron a verlo, pero no todas parecían pertenecer a la entidad; aun así lo recibieron con lonas y pancartas con la leyenda “Con AMLO todo, con Sosa nada”, mensaje que lleva todo un contexto entre líneas de una parte de la clase política de Hidalgo.

Una vez en el escenario tomó la palabra Abraham Mendoza Zenteno, que intenta dirigir un partido político en la entidad pero que fácilmente cedió a la compra millonaria de candidaturas, haciendo a un lado a los militantes por convicción, y esto lo deja como un simple títere a expensas del mejor postor.

Declaró que existe cien por ciento de representantes ante las casillas y utilizó un discurso fácil en el que señaló al gobierno de Omar Fayad por represión y hostigamiento. ¿Alguien imagina al endeble dirigente sosteniendo las acusaciones ante el mandatario?

Cabe resaltar que el consumo de alcohol tuvo una parte protagónica, pues mientras el evento transcurría se veían pasar personas con caguamas en vaso, escarchadas y con popote. El objetivo era, como fuera, acarrear gente.

La siguiente en tomar la palabra fue Lidia García, quien por cierto fue la más ovacionada, abrió con un discurso radical contra el gobernador porque, dice, ha victimizado a la comunidad universitaria; obviamente omitió que estaban en investigación por delitos electorales y desvíos de recursos.

Angélica García Arrieta ni siquiera tuvo la palabra, aunque es la primera en la fórmula al Senado, lo que hace fácil adivinar que si llega a ganar la contienda va a dimitir para dejar a Julio Menchaca, es decir, a MORENA no le importa la equidad de género ni la fomenta, bien dijo Alejandro González Murillo que Menchaca Salazar pecaba de misógino.

Lidia García intentó defender a Gabriela Mejía y Adelfa Zúñiga por ser víctimas de la injusticia, omitiendo los delitos en que ambas han incurrido, así como el hecho de que ella misma podría ser cómplice de desvío de recursos. Y, por cierto, también olvidó las víctimas de homicidios, lesiones, robos, incendios, violaciones y demás delitos cometidos por la Sosa Nostra y que constan en averiguaciones previas.

Continuó Julio Menchaca disculpándose por su traición al PRI, aunque no logró fundamentar su repentino cambio de ideología, y cerró con una copia al carbón del discurso de Miguel Ángel Osorio exaltando el amor a Hidalgo y a México. Da la impresión que el candidato a senador anhela profundamente ser como Osorio Chong, aunque le falta trabajo y esfuerzo, pero sobre todo recordar que para ser líder se nace y esa estrella no le tocó.

Finalmente tomó la palabra el “Mesías Tropical”, quien pidió confianza y habló de que él daría paso a la cuarta transformación en México, tratando de compararse con Francisco I. Madero pero también con el hidalguense Felipe Ángeles.

Cabe resaltar que quedó atrás el discurso amoroso para tornarse agresivo y mostrar un semblante de enojo, y declaró que acabaría con la compra de votos y amistades para dar paso a una verdadera democracia que “depende de la voluntad política del presidente”, ya que es antidemocrático no respetar libertades.

Su discurso entre líneas dejó ver su miedo a no ganar la presidencia de la República, pues parece que es consciente de que su campaña es mediática pero cuenta con el rechazo de más del 70% de la población mexicana que si sale a votar lo dejaría fuera con una brecha bastante amplia.

El Peje ya no luce tan convencido de ser el ganador irrefutable, al contrario, da la impresión de que comienza a generar amenazas para obtener apoyos y que regresa al mismo discurso que en 2006, cuando vio lejana la posibilidad de investir el Poder Ejecutivo.

También dijo que acabará con extravagancias y parafernalias, asegurando que dirá no a la prepotencia ridícula de hacer política, así tal cual, sin pies ni cabeza: un discurso furibundo para asegurar lo que parece ya no ser seguro.

De pronto el tabasqueño pide un alto a los empujones que había en una parte de la plaza, lo que no dijo es que eran militantes de MORENA peleando con adherentes al Grupo Universidad por el rechazo que muchos tienen contra el grupo de porros.

No perdió la oportunidad para decir que podían ser enviados “de Fayad o de Chong”, instigando a la población a gritar “fuera, fuera”, para incitar a la población a la polarización y odio contra el gobernador del estado, pues parece que el candidato presidencial está muy molesto por la exhibición de delitos electorales y desvíos de recursos en los que cae el Grupo Universidad.

Después declaró durante más de media hora las decenas de apoyos asistencialistas que brindará, sin explicar cómo ni de dónde sacará el dinero, pues la realidad es que él tampoco tiene idea de lo que está diciendo.

Avanzado el discurso la gente comenzaba a irse pero el candidato seguía embelesado planteando un escenario ficticio sobre programas asistencialistas y pidiendo el voto 4x4 para MORENA.

Finalmente, entre líneas porque le faltó valor y entereza para decirlo con todas las letras, López Obrador refrendó su apoyo a la Sosa Nostra y pidió llevar la fiesta en paz porque no quiere pleitos.

Es decir, el cierre de López Obrador consistió en apoyar al grupo más corrupto de Hidalgo que fue famoso por violaciones y vejaciones, dejando de lado su discurso de amor y paz; también se lanzó retador al gobernador del estado incitando a su rechazo.

Al partir de la Plaza Juárez el “Mesías Tropical” lo hizo en una camioneta de lujo, con escoltas y hasta pasándose un alto, pues quería salir rápidamente del fracaso de evento.

Hace seis años Enrique Peña Nieto hizo un cierre monumental en la Plaza de Toros con la gente llorando por la alegría de verlo, hoy Andrés Manuel López Obrador fracasó en su cierre de campaña con una plaza apenas llena de acarreados sin lograr desbordar, ni lograr la mitad del cariño que el priista logró hace seis años y en comparación con Miguel Ángel Osorio Chong no posee la mitad de muestras de cariño y respeto.

López Obrador fracasó en Hidalgo y solamente le queda fiarse a la compra de votos y desvío de dinero del Grupo Universidad, que no sólo es rechazado sino despreciado.