¿Autodestrucción política?

En Morena no se vive la autodestrucción política, pero sí un claro proceso de redefinición de fuerzas, el cual no será indoloro y, mucho menos, armónico.

Ante la miopía de las fuerzas partidistas de la derecha, las élites económicas de la rancia oligarquía empresarial parecen alentar y tender nuevas líneas de estrategia política en torno a dos escenarios: I. El hostigamiento del gobierno de Donald Trump al de Claudia Sheinbaum y, II. El divisionismo interno en Morena.

 

Ha quedado claro que la dramática interrupción del romance morenista en el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto a frotarse las manos a las fuerzas de oposición que, nada más hace algunos días, naufragaban como si el vendaval de la afiliación morenista en el país se cernía en el epitafio político del antiguo régimen. La visibilidad de Alejandro Moreno en el Senado, después de haber estado calladito frente a su posible juicio de desafuero, y la inquietud de Marco Mendoza en Hidalgo por empezar a enjuiciar el atino del gasto público del gobernador Menchaca Salazar, perfilan la primera intención de sacar raja ante el hostigamiento de Washington y el divisionismo político en Morena.

 

Nadie puede llevar el análisis a teorías de párvulos, por lo que no estamos en presencia de un proceso de autodestrucción política en Morena, sino de una reconfiguración política de la izquierda en donde, con claridad, van a rodar cabezas y, en Hidalgo, se asoma el patíbulo.

 

Todos entendemos que las limitaciones del desarrollo político de una fuerza partidista como Morena impone una revisión de aciertos y errores. Este es el mensaje temprano de la presidenta Claudia Sheinbaum, que se ha percatado que no basta con las llamadas de atención que le hizo al senador por Hidalgo, Cuauhtémoc Ochoa, o a la senadora de Chihuahua, Andrea Chávez.

 

Los extraviados en Morena y los infiltrados son una amalgama que habrá de terminar por sucumbir frente a la reconfiguración de forma y fondo que ha iniciado la presidenta Sheinbaum Pardo. Pocos han entendido el mensaje que se mandó cuando Marcelo Ebrard no se disciplinaba ante la elección interna a las presidenciales del 2 de junio de 2024. En esa ocasión, bastó un solo llamado a la disciplina y al respeto de las encuestas para que el actual secretario de Economía doblara las manos y pidiera perdón con lágrimas en los ojos.

 

Sheinbaum Pardo ha entendido con claridad que no puede haber democratización de Morena sin avivar el fuego de la conciencia política de izquierda. Sin embargo, esto impone disciplina y ubicación clara de las fuerzas políticas que deben identificar el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum, la cual entiende que la pluralidad política en la izquierda no implica sublevación de fuerzas, privilegios o granjerías de poder.

 

Los enclaves autoritarios y las arenas políticas, al estilo del éxodo de personeros del PRD y el Grupo Universidad en Morena Hidalgo, son la imagen que ha dado paso en múltiples ejemplos a nivel nacional, del mensaje de “democracia custodiada” que ha enviado Sheinbaum Pardo a Morena y, del cual, Luisa Alcalde ya ha tomado cartas en el asunto.

 

En Morena Hidalgo, Marco Rico debe tomar las riendas del partido, porque el brío de los corceles en las arenas políticas lo ha hecho remecerse en un encargo que no debe quedarle grande. Las cosas están más claras que el fracaso de la vieja guardia del antiguo régimen; en Morena no se vive la autodestrucción política, pero sí un claro proceso de redefinición de fuerzas, el cual no será indoloro y, mucho menos, armónico.

 

Estamos próximos a la reorientación política en Morena, Luisa Alcalde ha conversado estrechamente con la presidenta Sheinbaum abriendo un frente de reordenamiento de fuerzas, que ha iniciado con la construcción de documentos internos y se aproxima el desplome de los extraviados y el acicate a los despistados en Morena para mandar un mensaje contundente de que la unidad política no acepta deliberaciones espurias.


ARCHIVADO EN:
, , , , , , , ,