Si existe una figura de confianza social reconocida en México, las y los maestros destacan por su proximidad emocional, educativa y social.
En los entretelones y disparidades que generan las confusiones de forma y fondo, en Hidalgo, en un festejo del Día de las madres, un nutrido grupo de maestras vivieron la algarabía y orgullo de la enseñanza con un sainete festivo de strippers, que hicieron sus delicias y presentaron un espectáculo poco común erótico-musical, para el regocijo de las maestras a quienes se les vio departiendo y bailando con el nutrido grupo de bailarines eróticos que, con poca ropa pero con gran entusiasmo, hicieron un espectáculo que recorrió las paginas de las redes sociales, al estilo de cuando el exgobernador Omar Fayad aparecía como un DJ, mezclando y reproduciendo música en fiestas particulares, sólo que esta no era de un festejo particular.
El evento de los strippers, que sirvieron de pasarela de festejos del magisterio en Hidalgo, es, a todas luces, un despropósito que quedó fuera de lugar y se suma a una cadena de torpezas que el dirigente del SNTE, Said Vargas, no ha podido explicar, tratando de desviar el evento y buscando culpables bajo las piedras, sin hallarlos por supuesto.
No se puede dejar de destacar la labor que realizan las y los docentes, no sólo en Hidalgo, sino en la nación, esto es incuestionable. Sin embargo, ¿bajo qué lógica de un líder sindical y de la estructura de la educación pública en México, alguien puede tener menos de tres dedos de frente para organizar un festín orgiástico del día del maestro con strippers?
En este sainete, Said Vargas ha debido dar la cara y explicar a profundidad lo sucedido y crear -al estilo de la presidenta Claudia Sheinbaum- un “decálogo de principios” de corrección conductual para el magisterio en Hidalgo. No obstante, se ha escondido y escondido los escollos de un sainete que terminó en tragedia y ridículo público.
En este trazo, Said Vargas ha demandado cuidado para la salud mental del magisterio y una paternidad responsable, ¿serán exigencias que mantienen alguna correlación en la docencia de miles de maestras y maestros?
Hay que desmenuzar el pollo sin ensuciar las plumas.
La salud mental de las maestras no puede cuidarse trayendo strippers como espectáculo de sano esparcimiento a los festejos en el Día de las madres. ¿Cómo un stripper preserva la salud mental de las maestras?, porque de ser esto cierto, entonces en cualquier escenario áulico y de docencia debería traerse strippers para que después de cada clase o jornada laboral administrativa las maestras pudieran equilibrar su salud emocional a través de las danzas “artísticas” de strippers que pudieran brindar terapia.
Lo novedoso en el siglo XXI, del cual somos partícipes, estriba en que es la primera vez que para proteger la salud emocional de las maestras se requiere de utilizar strippers que actúan como terapeutas. La paradoja de todo esto es que para ser stripper no se exige el título de psicoanalista, psiquiatra o terapeuta educativo.
El magisterio es una institución pública que ha logrado, históricamente, a pulso, sangre, sudor y lágrimas, ser la vanguardia de sociedades pasadas, presentes y futuras en la actividad educativa; no se puede echar por tierra su labor con estupideces que quedan a título de charada social.
Las y los maestros, salvo raras excepciones, son el orgullo de generaciones que se han encumbrado en el desarrollo y dinámica social gracias a la educación pública en México.
Las imágenes que muestran el festín orgiástico del magisterio el Día de las Madres en Hidalgo, en el desfile de strippers como terapeutas de la salud emocional de las maestras, pasará a la historia como un sainete que no se le hubiera ocurrido ni a Calígula en los peores años de la degradación política y social en Roma. ¿Quizá Said Vargas pretende instaurar la pedagogía erótica como terapia emocional en el magisterio?
