Las suspicacias políticas y el desconocimiento ciudadano se ciernen sobre el proceso de revocación de mandato de la administración del gobernador Julio Menchaca.
En una atmósfera convulsa, las impugnaciones del morenista Tonatiuh Herrera -que ha calificado a este proceso de revocación de mandato como “pantomima política o voto de pastoreo”, aludiendo a que se trata de un proceso armado en favor de la gestión de Julio Menchaca- marca, sin lugar a dudas, elementos de forma y fondo en el análisis crítico del evento.
Mientras tanto, la UAEH -con adeudos millonarios a CAASIM- firma un acuerdo de no agresión para no intervenir en el proceso de revocación de mandato de la gestión del gobernador Julio Menchaca, a título de “recuerda que nosotros te apoyamos”.
La postura de la UAEH no merece mayor intelecto directo, se trata de un cierre de filas para tratar de adherirse a un proyecto político del cual salió raspada desde que pretendió controlar la legislatura anterior y desde el infausto paro estudiantil REBEL-ARTE, donde impidió la mediación del gobernador Julio Menchaca al grito de: “lo que es de la mafia es de la mafia”.
I. ¿De dónde proviene el choque político?
Tonatiuh Herrera tiene una larga historia de activismo político en la izquierda de Hidalgo y condensa un ala radical de los postulados de la izquierda en el país. En este trazo, las impugnaciones que ha efectuado en torno a la revocación de mandato, en la cual ha presentado una solicitud al IEEH, ha generado toda clase de suspicacias de choque político en contra del gobernador Julio Menchaca, aunado a una posible escisión política en Morena Hidalgo.
II. ¿Una nueva arena política?
Después de que Marco Rico ha tenido infinidad de problemas para contener las arenas políticas en Morena Hidalgo, el encontronazo de Tonatiuh Herrera presenta un dilema del rumbo del grupo Izquierda Unida y otorga la pauta para prever futuros desencuentros, que denotan que Morena Hidalgo presenta fisuras políticas que no se han subsanado y que perfilan un desencuentro de forma y fondo que ha escapado de las manos del líder morenista Marco Rico.
III. Partido débil y gobierno fuerte
No es noticia ni sorpresa el hecho de que el partido guinda de Hidalgo presenta una estructura política débil, mientras los aciertos del gobierno de Julio Menchaca se consolidan y presentan una fortaleza y capital político inédito. En este entretelón, Morena Hidalgo es un lastre, más que un apoyo directo a la gubernatura de la alternancia política en el estado.
En estas estelas confusas que acompañan la revocación de mandato, de la cual el gobernador expresa que es un mecanismo de plena democracia, la escisión en Morena apunta a generar una serie de micro conflictos que no sólo se focalizarán en este proceso, sino más allá, en la medida que la escisión política de izquierda vaya tomando forma y prospectiva.
No obstante, no es fácil determinar el rumbo de la escisión de la izquierda morenista en Hidalgo. Sin embargo, algo está claro, se trata de un quiebre que deviene de una polarización de fuerzas en Morena que lo mismo habla de la conformación de las esquirlas del PRD que de las rémoras del Grupo Universidad y, por si fuera poco, de los infiltrados del PRI que se asoman en un festín orgiástico por todos lados.
En todo caso, la distancia crítica en la izquierda morenista de Hidalgo nos muestra que jamás ha podido cerrar filas y mantener signos de disciplina política, por lo que asemeja a un barco sin timón que estando a la deriva se vuelve peligroso para sus tripulantes.
Nadie habrá de exigir de Marco Rico que asegure la disciplina en Morena Hidalgo porque ese barco ya zarpó. No obstante, un mínimo de cordura podría imponerse, pero los intereses de grupo en juego no avizoran llegar a buen puerto, sino al naufragio que terminará cercenando cabezas políticas.