El puente atirantado de Pachuca es una obra de la infraestructura urbana pública que se encuentra aquejada por las estelas del ecocidio político que generó la administración del exgobernador Omar Fayad Meneses, y que devela corrupción e impunidad, así como la carencia de planeación urbana como los estragos de administraciones del antiguo régimen que se tiraron a la jauja, mientras la ciudadanía sufre las consecuencias de las anomias del poder público.
En un escenario de patología política y amnesia pública, el líder del PRI Hidalgo, Marco Mendoza, ha hecho un reto público a la administración del gobernador Julio Menchaca para que investigue a los responsables de la obra del “puente atirantado”, que fueron precisamente personeros de la administración priista del exgobernador Omar Fayad.
¿Reímos o lloramos?
Para no reír o llorar, anticipadamente, vamos pelando el pollo, pluma por pluma.
Marco Mendoza ha señalado que su partido -el PRI- no está a favor de la corrupción ni de las obras que se sirven de la ciudadanía (acabáramos, lo único que faltaba era que el PRI sí estuviera a favor de la corrupción y de las obras que se sirven de la ciudadanía). Esta declaración del líder del PRI Hidalgo es un baño de pureza que ni las 11 mil vírgenes se dieron, y que dadas las implicaciones de la corrupción e impunidad que se presentaron en diferentes administraciones de los gobiernos priistas a nivel nacional así como en Hidalgo, queda a título de patología política por lo enfermizo del pronunciamiento y de amnesia política por su extravío de memoria pública.
Ahora resulta que el PRI es más papista que el Papa, o bien, que Marco Bustamante es el monaguillo de su recién encumbrada Santidad León XIV.
Apretémosle el gañote al pollo
Vale la pena citar la declaración de Marco Mendoza para no caer en la amnesia política por la cual atraviesa, que a título exacto reza: “Que de a deveras se procese a los responsables. Allí hubo corrupción y hubo fraude. Los reto a que lo hagan, lo que pasa es que tienen una supuesta camisa de combate a la corrupción, pero en realidad es una simulación”.
¿Qué acaso Marco Mendoza no se ha percatado de que el PRI está más ahogado que el gañote de pollo en matadero?
El pronunciamiento es absurdo e inconsistente, y es un baño de pureza tratando de perfilar que en el PRI existe autoridad moral para perseguir la corrupción, incluso, cuando proviene de las entrañas del partido tricolor. Acaso Marco Mendoza ¿no se ha percatado que el PRI está en pleno descrédito público y que atraviesa por un cisma y crisis política que lo tiene postrado?, ¿no se habrá percatado que su bancada en el Congreso de Hidalgo es poco menos que cero a la izquierda?
La maquinación infernal del pollo rostizado
En una lectura crítica de análisis político, si el pronunciamiento de Marco Mendoza pretende ser un baño de pureza y autocrítica, ese cuento no se lo traga ni un pollo rostizado. Por otro lado, si el pronunciamiento obedece al desencuentro político entre Omar Fayad y la mentora de Marco Mendoza, la senadora Carolina Viggiano, llega a destiempo y no se suma al cacareo público de las “nalgas prontas”.
Patología y amnesia política
Reza el dicho que “cuando veas las barbas de tu vecino cortar pon las tuyas a remojar”. A Marco Mendoza debería preocuparle que el elefante blanco que utiliza su partido como sede del PRI adeuda de predial de los años 2023, 2024 y 2025 por un monto de 802 mil 450 pesos, y no ha retado al gobierno del alcalde Jorge Reyes Hernández para que le vaya a cobrar, quizá por patología y amnesia política.
Marco Mendoza y la estructura orgánica de los gobiernos priistas del antiguo régimen carecen de autoridad moral -salvo raras excepciones- para retar al gobierno de Julio Menchaca. A todas luces, exigir que se investigue a la administración de Omar Fayad, que ya está siendo investigada por la Estafa Siniestra, pero la amnesia política le impide a Marco Mendoza recordarlo, es una revancha que parece provenir del PRI Nacional contra el exgobernador de Hidalgo, al cual de “nalga pronta” no lo bajan, mientras él hace su chamba en Noruega.
Todo indica que Marco Mendoza escupe al cielo y no se mueve de lugar, esperando que, en vez de un escupitajo, le caigan rosas.
