Desde una revisión de Real Politik, la historia nos indica que ningún partido político es tan laxo como para salir inmaculado de una defección política, como tampoco lo es para recibir a diestra y siniestra un éxodo político de ovejas reivindicadas. Toda amnistía tiene límites.
El éxodo de militantes de la oposición a Morena a nivel nacional, no sólo en Hidalgo, obedece a dos escenarios:
I. Juego de intereses personales
En este entramado, el éxodo político de la oposición finca intereses particulares en su migración partidista a Morena, infiltrando sus bases de sustentación orgánica para vivir a expensas de su estructura y de su participación en la administración pública que, en el presente, domina el partido guinda. En este caso, se trata de mercenarios del encargo público que han vivido por décadas como rémoras que se resisten a perder el hueso político, al margen de toda ideología y conciencia política.
II. La incompatibilidad política e ideológica
En este escenario, la defección política y el éxodo partidista es de índole diferente. De acuerdo a Max Weber, se trataría del tránsito de la conciencia del en sí al para sí, lo que quiere decir que el tejido político que defecciona y encauza su éxodo para formar otra fuerza política o militar en otro partido responde a su incompatibilidad política e ideológica con la fuerza a la que pertenece y que ha dejado de abanderar su lucha política e ideológica.
Realizando una radiografía del liderazgo de Marco Rico en Morena Hidalgo es posible detectar que desde que asumió su dirigencia ha tenido un difícil y tortuoso camino que recorrer, lo mismo para bregar contra las arenas políticas de los resabios del PRD, que de los intereses en juego del Grupo Universidad, así como de la desorganización e indisciplina política que prevaleció ante los procesos de unidad que deben imponerse en el tránsito de un movimiento político a un partido político.
En este trazo de reconfiguración política en Morena Hidalgo, Marco Rico tuvo llamadas de atención del 4º Piso para recomponer al partido, antes, durante y después de la elección presidencial del 2 de junio de 2024. Las llamadas de atención oscilaron desde la preocupación que implicaba generar un proyecto alternativo de ruptura política antisistémico del antiguo régimen, como de la necesidad de crear una fuerza política disciplinada, de vanguardia y acorde a las necesidades históricas de la toma de poder de la izquierda y su ascenso con el obradorismo y, recientemente con el claudismo, vectores políticos de una misma fuerza, pero con diferente magnitud y escenario político.
Sin embargo, Morena no sólo ha tenido que luchar en contra de sus propias arenas políticas, sino, también, frente a la desbandada de la derecha que la ha infiltrado con personeros de lealtades discutibles e intereses poco claros. En este tránsito, es verdad, pueden existir actrices y actores políticos que pertenecieron a la oposición que se adhirieron al proyecto de la izquierda por incompatibilidad política e ideológica en las fuerzas a las que pertenecieron, pero no es menos cierto que en Morena “ni son todos los que están, ni están todos los que son”.
El éxodo al paraíso partidista ya deja huellas dolorosas y causa incertidumbre en Morena. Aquí es donde juega un papel preponderante Marco Rico, que tiene la tarea de encauzar un liderazgo de proyección política y cohesión partidista, el cual no ha estado exento de presiones y turbulencias. En este plano, no es aleatorio que la figura de Luisa Alcalde Luján y Andrés Manuel López Beltrán hayan tomado las riendas del partido a nivel nacional y se encuentren en la cruzada de afiliación política de cara a la sucesión transexenal del 2030.
Marco Rico ya tiene una tarea expresa que devino del CEN de Morena y debe afianzar su liderazgo partidista para fortalecer al gobierno de Julio Menchaca y no a la inversa. No es la expresión política del gobierno en turno la que fortalece al partido de su extracción, sino el partido el que fortalece a su gobierno en ejecución política.
Las impugnaciones surgidas en el debate “El futuro de Morena” que ponen en entredicho la legitimidad y credibilidad de Marco Rico, son una llamada de atención que debe evaluarse desde los alcances de la conciencia política del para sí, porque Morena no es la Cruz Roja que recoge todo lo que se encuentra y tampoco es el Nacional Monte de Piedad.
