En los cauces del cuarto año de gobierno de Julio Menchaca, mis únicos y queridos lectores, se impone un alto en el camino frente a la sedición política que experimenta este gobierno de alternancia en Hidalgo.
He insistido en otras emisiones desde la lectura analítica de la política nacional y local, cómo la derecha se ha erosionado y en esta encrucijada ha incrementado los elementos de beligerancia política. Empero, tampoco podemos dejar de apreciar los elementos de una descomposición intestina de las fuerzas de la izquierda en el gobierno federal como en el gobierno estatal.
Recordemos la irresponsabilidad e irrespeto al protocolo que sufrió la presidenta Claudia Sheinbaum frente a Adán Augusto, Ricardo Monreal y Andrés Manuel López Beltrán, entre otros, cuando en un acto protocolario en el zócalo capitalino fue ignorada. El evento en imagen fue desgarrador, pero las implicaciones de su expediente secreto fueron decisivas; se trataba de un acto de radicalización de la izquierda y de fuerzas encontradas frente al mandato de Sheinbaum Pardo.
En torno al gobernador Julio Menchaca, la izquierda radical ha planteado un lobby de presión frente a su desesperación por tratar de destituir a su gestión por medio del instrumento de revocación de mandato. En este entramado, sobresale de la izquierda radical el uso de la violencia y polarización de fuerzas al interior de Morena Hidalgo y en consonancia con grupos de choque políticos y de la sociedad civil.
La nota del choque político, torpemente orquestado en Pachuca por la izquierda radical frente a la coyuntura del huracán Priscilla, dejó una lectura política clara: “la consigna es derrocar al gobierno de Julio Menchaca”.
Empero, en este escenario brutal, la izquierda radical se ha extraviado a tal grado que el rechazo político que ha experimentado la ha hecho replegarse y esconderse. Se trata de una reacción de desbandada de los grupos de choque de la izquierda radical, que perciben en su justa dimensión que el gobierno de Julio Menchaca mantendrá firmeza de mando y que cuando no se privilegie el diálogo, invariablemente, no habrá vacilación legal por parte del gobierno de alternancia.
El mensaje del gobernador Menchaca Salazar ha sido contundente ante las presiones del lobby político que, a toda costa, ha tratado de estresar a su administración. El respeto a la estructura legal del gobierno no puede intentar ser avasallada por la politización espuria, como tampoco el Estado se sujetará a la confrontación política.
La polarización política devela el expediente secreto de los grupos de izquierda y derecha que pretenden crear caos y desestabilización gubernamental, pero frente a la torpeza de su beligerancia y choque violento han perdido la partida de manera anticipada frente a un gobernador que se mira con firmeza y que, pese a tener trazo de diálogo en todo momento, no habrá de permitir devaneos legales en el respeto al Estado Democrático de Derecho.
La sedición política en la radicalización de las fuerzas intestinas de la izquierda en Hidalgo abre un panorama de análisis sobre las implicaciones de las arenas políticas al interior de la izquierda pero, también, denota que la deliberación frustrada de la izquierda radical la ha puesto en la antesala de la violencia política.
No es permisible como estrategia política la violencia intestina en las arenas del poder de la izquierda radical; esto es claro y en la torpeza de su violencia habrá de pagar el costo de esta radicalización de la política que, a todas luces, es un camino vacío.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.