La crisis que vive el panismo a nivel nacional presenta en Hidalgo estelas de una brújula en extravío político que refleja la pérdida de adhesión ciudadana, la que tocó fondo con la alianza con el PRI que terminó en una gran frustración y cisma político en la derecha.
Mis únicos y queridos lectores, si algo puede ser estrepitoso en un partido político es que deje de ser un interlocutor válido de la sociedad. El PAN y la formación de una derecha que tenía como slogan luchar por la democracia; en alianza con el PRI cayó en una de las contradicciones de mayor peso histórico, debido a que, invariablemente, las críticas del panismo hacia el monopolio del poder político del PRI en México siempre se concentraban en que era un partido antidemocrático, amafiado y que vulneraba la ley.
Las críticas del panismo frente a la alianza que sostuvo con el PRI en la pasada elección presidencial y sus estelas concurrentes fraguó uno de los más grandes despropósitos políticos en su historia, al grado que Santiago Creel afirmó que se estaban uniendo a un partido antidemocrático.
En la entrevista que le realicé a la expresidenta del PAN Hidalgo, Claudia Luna, uno de los cuestionamientos de forma y fondo que le efectué sobre que su partido se encontraba en declive y que había perdido el poder, me respondió, literalmente, “que el PAN no buscaba el poder”. Su respuesta presupuso un despropósito político frente a la lucha histórica que su partido había realizado para llegar a la presidencia de México y desterrar la antidemocracia priista.
En los hechos, los politólogos sabemos a ciencia cierta que todo partido político busca la toma del poder; esto no es insano, es una condición lógica de conducción democrática y social en un sistema de racionalidad política. Claudia Luna no es politóloga, pero debería saber esto.
En Hidalgo, la presencia del panismo se encuentra en rendimientos políticos decrecientes y ello ha incidido en un extravío y crisis de representatividad que también es producto no sólo de sus carencias de conducción social, sino por los éxitos de conducción política de la izquierda.
Al igual que el PRI, el PAN no ha presentado un proyecto político viable que pueda resarcir los estragos de su crisis y lo erija como una opción partidista de vanguardia político-social.
En este trazo, la defensa que ha hecho la actual presidenta del PAN Hidalgo, Marcela Isidro, sobre el desalojo de comercios ambulantes en San Agustín Tlaxiaca, no se encuadra con las políticas de impacto económico que se presentaron en contra de amplios sectores del tejido social en México cuando el PAN hizo gobierno a nivel nacional y que a la postre le costó el poder.
La postura de Marcela Isidro que, a todas luces, busca empatía sin conexión de lucha política en la ciudadanía, tampoco está evaluando las condiciones legales que llevaron al desalojo de los comercios ambulantes. Es, en todo caso, una de esas arengas de golpes de pureza como la de Marco Mendoza, que retó a los cuatro vientos de la Bella Airosa que “el gobierno de Julio Menchaca investigara los contubernios y corrupción en la construcción del puente atirantado”.
¿Qué explica esta política cosmética del PAN Hidalgo?
Las evidencias de una carencia plena de conducción e interlocución partidista del PAN son palpables y su inoperatividad no será resuelta con maquillaje político. El análisis crítico indica que el ascenso de Morena al poder -cosa que buscó siempre López Obrador, con claridad política- le ha asestado un golpe de autoridad al PRIAN del cual no se puede levantar, y ha dejado claro que no basta con arengas sociales para que el PAN pueda emerger de su crisis de representatividad.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.