Como “una experiencia espantosa” calificó Itzel Nazario los daños que las lluvias dejaron en su comunidad, Tlacolula, en Tianguistengo. Sin embargo, aseguró que la escasa ayuda le duele aún más, por lo que pidió que no los dejen solos.
La joven contó a Effetá que el 9 de octubre, alrededor de las 10:20 de la noche, el río cercano a la comunidad se desbordó. En un principio, los pobladores pensaron que se trataba del arroyo, pero cuando se dieron cuenta de la magnitud del caudal, corrieron hacia sus casas; sin embargo, en cuestión de minutos el agua cubrió todo.
“El agua subió tan rápido que, en cuestión de minutos, ya había alcanzado una altura exagerada. Nadie pudo sacar nada; todos salimos de las casas. Gracias a Dios, algunos se quedaron en sus segundos pisos, otros se refugiaron con el vecino, la vecina, el primo o el tío. Fue una experiencia espantosa, la verdad”, narró.
Según el último censo poblacional, Tlacolula alberga 273 habitantes y se ubica cerca de los límites de Hidalgo y Veracruz.
La joven recordó cómo el cauce del río arrastró todo a su paso: “Vi bajar carros, rotoplas, refrigeradores... no era uno, no eran dos, eran filas. Las camionetas traían partes de casas y muros. Fue algo realmente muy difícil”.
Al día siguiente, Itzel y su familia bajaron a verificar el estado de sus vecinos. “Tuvimos dos pérdidas, dos personas que desgraciadamente desaparecieron y no se encontraron”, lamentó.
Explicó que al tercer día llegaron a la zona el presidente municipal, Febronio Rodríguez Villegas, y el diputado federal, Daniel Andrade Zurutuza, quienes llevaron víveres, aunque —aseguró— no se determinó si la comunidad debía evacuar. Días después, otras cuatro personas del ayuntamiento acudieron, pero al no estar capacitadas, optaron por retirarse.
Ella logró salir de la comunidad el martes, cuando una avioneta de la Secretaría de Marina sobrevoló la zona y sus tripulantes descendieron para evacuar a quienes permanecían atrapados. Ella fue una de las once personas rescatadas.
Comentó que hasta ahora 20 personas han salido de la zona y solicitado apoyo al gobierno estatal. Sin embargo, dijo que los vuelos privados no han podido despegar desde el aeropuerto de Pachuca, lo que ha dificultado el envío de víveres.
“No nos olviden. Que vean la magnitud del daño, que escuchen a la gente y que actúen con empatía y responsabilidad. Tlacolula está de pie, pero no puede levantarse sola.”
Mencionó que hasta el día en que logró salir de Tlacolula no había llegado ni el Ejército ni las autoridades estatales o federales, y que la única ayuda provenía de comunidades vecinas y de personas originarias del lugar que radican en Estados Unidos.
Calificó como crítica la situación que se vive en la comunidad, pues el agua y los alimentos escasean, y hay niños, adultos mayores y personas enfermas que requieren insulina, oxígeno y atención médica. Además, señaló que no cuentan con energía eléctrica ni conexión a internet; sólo algunos habitantes tienen el chip Bait, pero son muy pocos.
La joven hizo un llamado a no olvidarlos y a que los gobiernos actúen con empatía y responsabilidad.
Itzel pidió que, a ocho días de la tragedia en su comunidad, llegue la ayuda que tanto necesitan. Expresó que el silencio de las autoridades duele tanto como las pérdidas sufridas.
“Pido con respeto, pero con firmeza, que el gobierno voltee a ver a Tlacolula”, expresó.
“No nos olviden. Que vean la magnitud del daño, que escuchen a la gente y que actúen con empatía y responsabilidad. Tlacolula está de pie, pero no puede levantarse sola. Necesitamos apoyo, soluciones y presencia real en el territorio. Detrás de cada casa afectada hay una familia, una historia y un futuro que merece ser reconstruido”, añadió.