Desde el rincón donde el ridículo se institucionaliza.
El Día del Maestro en Huejutla dejó de ser un homenaje a la vocación docente para convertirse en un espectáculo surrealista donde el sindicato y la memoria institucional se quitaron la ropa… y no precisamente para transparentarse, sino para exhibirse en su justa medida.
Un grupo de strippers —sí, con todo y calzón tarzanesco, botines y calcetas— desfiló entre las mesas de las y los maestros al ritmo de cumbias y sones huastecos. Algunos reían. Otros, simplemente, bajaban la mirada. El bochorno estaba servido. Las coreografías, igual de desarticuladas que los contratos colectivos del magisterio.
Said Vargas Sáenz, líder de la Sección XV del SNTE, echó mano del clásico “yo no fui”. Dijo que él sólo contrató al grupo musical “Los Ángeles de Charlie”, y que lo demás fue una sorpresa desagradable, culpando a Raúl de Jesús Vite, incondicional del alcalde de Zempoala, Francisco Sinuhé Ramírez Oviedo. Por supuesto, prometió medidas disciplinarias, aunque aclaró que él está tan ocupado que delegó responsabilidades. Ya se sabe: cuando algo sale mal, nadie fue.
Más arriba, en la cúspide burocrática, el secretario Natividad Castrejón alzó la voz con indignación institucional: condenó el espectáculo como un acto de misoginia, machismo y violencia. Y anunció un oficio: queda prohibido encuerarse en fiestas escolares.
Pero el espectáculo no es nuevo. Ya antes alguien creyó que poner a un stripper como director de Radio y Televisión de Hidalgo era buena idea. El resultado fue una tragedia institucional: negligencia, saqueo, pérdida de concesiones y un administrador que acabó en la cárcel… pero no en el olvido.
Hoy, un conductor otoñal dirige los destinos del canal y la radio “del pueblo”. ¿Y qué ha pasado? Nada. Silencio. Aletargamiento. Una programación tan vacía como las promesas de dignificación al magisterio.
Y es que, en Hidalgo, parece que entre calzones, justificaciones y oficios, seguimos sin aprender. Hay vacíos, indolencia, hay -como en el pasado- hechos aislados, aunque en la realidad hay instituciones que han sido rebasadas y nadie sabe qué hacer.
