La fractura del antiguo régimen -que está por vivir horas limítrofes para marcar un nuevo rumbo político en sus fuerzas tras la espera de la elección del Poder Judicial- mantiene en vilo los pronósticos de la infiltración política de la derecha en Morena y augura cálculos “halagüeños” sobre el control del sistema político en México.
En este escenario, las fuerzas políticas de Morena en Hidalgo han estado sometidas a los estresores de la dualidad entre el gobierno de Julio Menchaca y el partido guinda. Ambos vectores no han logrado unificar sus fuerzas y tampoco sus criterios. Es evidente que su capital político es asimétrico, ya que mientras la aprobación de la gubernatura se incrementa de la mano de los programas sociales y el vínculo con el gobierno de Claudia Sheinbaum, Morena Hidalgo atraviesa por la erosión de su liderazgo, donde Marco Rico navega en arenas políticas entre infieles y conversos.
La infidelidad es la traición velada
La infidelidad “revelada” por Marco Mendoza, líder del PRI Hidalgo, enunciando que en los gobiernos de Morena existen “priistas de closet”, no es una suspicacia que merezca mayor atención en cuanto al cometido de alentar dudas en la estructura de Morena en el gobierno de Julio Menchaca. Sin embargo, la infidencia anodina (insignificante) de Marco Mendoza es pertinente en torno a la problemática de formación de cuadros en Morena, que mantiene en vilo a la operatividad política que debe ser cohesionada en los 84 municipios, aún en aquellos donde Morena no gobierna.
La sucesión transexenal entre infieles
El destape de Simey Olvera en la tertulia festiva que trascendió en las redes sociales es uno de tantos escarceos de aquellos que intentan inclinar el barco a favor de sus intereses, porque pese a que la sucesión transexenal (2028) del gobierno de Julio Menchaca debe empezar a construirse, el peso de los infieles parece hacer más ruido que el de los conversos.
En un nítido nerviosismo de las fuerzas infieles y en franca veleidad de intereses, el castillo de naipes formado por Cuauhtémoc Ochoa ha causado los estragos de incertidumbre que hicieron reaccionar al gobernador Menchaca, que no se ha dejado intimidar y comienza a trazar la estrategia de la sucesión, tratando de evitar que los infieles se inmiscuyan en las decisiones vitales y creando un freno a las fuerzas en beligerancia.
La decisión primaria
Es evidente que la sucesión gubernamental del 2028 ya no puede transitar como un “asunto de última hora”. La derecha ha percibido que la infiltración de los infieles sobre los conversos es una de las debilidades que puede y debe aprovechar más allá de Hidalgo; sólo que, en cada caso y estado, la receta será distinta por la fuerza, magnitud y los actores en juego. En este trazo, la suspicacia de Marco Mendoza ha develado el juego subrepticio de los priistas de closet, como una advertencia trazada que ya se debe haber cavilado, debido a que ganar el control de la sucesión gubernamental 2028 es el primer paso a la recomposición de las fuerzas de la derecha en Hidalgo.
Los conversos
¿Hasta dónde el gobernador Menchaca conoce a los conversos y cuáles han sido los diálogos desde el gobierno federal para la encomienda de la sucesión transexenal 2028 y su interfase con la presidencial del 2030?
Los astros no se alinean en torno a los conversos en Morena. Las debilidades del partido guinda en Hidalgo trazan las razones sobradas de que los infieles han posicionado sus cartas y estas no sólo obedecen a intereses inmediatos en Hidalgo, sino que vienen precedidas del CEN del PRI Nacional.
La jugada final
Simey Olvera no es la que se adelanta más allá de festividades. El destape es sólo el primer escarceo de muchos que le permitirán develar a las fuerzas de la derecha cómo se precipitan las actrices y actores que el PRI está sondeando específicamente en Hidalgo; para, con ello, entender las lógicas de redistribución del poder del gobernador Menchaca en la sucesión transexenal 2028 y adelantarse a la jugada final.
