José Antonio Rojo en Movimiento Ciudadano

Ha trascendido la posibilidad de que José Antonio Rojo deje las filas del PRI y se incorpore a Movimiento Ciudadano, lo cual sería muy grave para el tricolor por lo que su apellido e historia representan; pero como él se lo ha manifestado a personas cercanas, palabras más, palabras menos: “Este no es el PRI que yo conocí”.

Hablar de la familia Rojo, es recorrer la memoria hasta Javier Rojo Gómez, un político de alcurnia con amplio caminar y con reconocimiento en todo el país por su amplia trayectoria. Ocupó diversos espacios como jefe del departamento del entonces Distrito Federal, gobernador de Hidalgo y también del territorio de Quintana Roo. Pero una de sus fortalezas que a la postre sería un capital político en la entidad es la creación del grupo Huichapan.

 

Después de él se fue desplegando una historia ligada a la política de altura, de buenas formas, de tiempos, de acuerdos y de palabra. Así fue el ADN del PRI por muchas décadas, hasta llegar a una dirigencia nacional encabezada por Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, que han acabado con todo lo que le dio identidad a este partido. No basta con permanecer en el PRI para pensar que eso es lealtad al partido. La lealtad significa otra cosa, incluso renunciar a la dirigencia si se le está ocasionando daño. Ahora el PRI se ha reducido simplemente a un negocio familiar, pero sólo para unos cuantos.

 

En la década de los 80 y 90, quien quiera que tuviera el deseo de ser político del tamaño que sea, era obligada una parada en Huichapan para tener la venia de los Rojo. No había de otra manera. Todos los candidatos a gobernadores acudían al municipio de la excelencia charra, para escuchar el consejo de los Rojo y construir acuerdos de altura.

 

Pues de ese árbol genealógico aparecen Jorge y José Antonio Rojo, el primero de ellos, de carácter fuerte, de formas no muy ortodoxas, pero siempre leal a su partido. De José Antonio, se sabe que es un hombre educado en extremo, de buenas formas, de charla amena y altamente disciplinado, incluso quien lo conoce dice que ha pecado de buena gente y de cuidar las formas y por eso, cuando estuvo en la antesala de una candidatura al gobierno, lobos feroces pasaron por encima de este personaje.

 

Recientemente trascendió un comentario que cimbró el apéndice que queda del priismo. Nos referimos a la posibilidad que existe de que José Antonio Rojo deje el PRI y se incorpore a Movimiento Ciudadano.

 

Para cualquiera puede ser descabellado pero, para quienes conocen del ajedrez político, representaría una buena oportunidad para desempolvar viejos anhelos y volver al juego de la política. José Antonio Rojo ya analiza la posibilidad de despojarse del partido tricolor para emprender nuevos caminos.

 

Habrá a quien le parezca inverosímil, habrá a quien le parezca casi imposible, pero como él se lo ha manifestado a personas cercanas, palabras más, palabras menos: Este no es el PRI que yo conocí”.

 

Y en efecto, ahora sólo es el PRI de Alito Moreno y Carolina Viggiano; sólo es el PRI de Rubén Moreira, de Manuel Añorve y en lo local de Marco Mendoza y Jenny Márquez; estos últimos de muy limitada capacidad para hacer política, pero además de nula identidad con las huestes priistas.

 

No es casualidad el enfado y decepción de personajes como Miguel Osorio, Omar Fayad, Claudia Ruiz, Eruviel Ávila, y miles de priistas que decidieron hacerse a un lado por las formas disruptivas de la dirigencia nacional. Quienes conocen a Alejandro Moreno dicen que es un personaje que nunca cumple su palabra.

 

José Antonio ya no se identifica con este PRI y eso es grave, porque es uno de los hombres que más respeto tiene dentro del priismo, es un emblema, su palabra debería pesar y hoy para él sólo hay desdén.

 

Hay una lógica del por qué está pensando en irse; conoce muy bien a Julio Menchaca y Movimiento Ciudadano podría convertirse en el instrumento estratégico de cara a lo que viene políticamente hablando en Hidalgo.


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