Con el PRIAN en jaque en Hidalgo los cuestionamientos de forma y fondo trascienden hacia los partidos receptores que ya esperan con los brazos abiertos a la desbandada priista que ha cobrado notoriedad con la defección de José Antonio Rojo y Benjamín Rico.
Sin embargo, en un trazo entre el agua y el aceite, ha trascendido que a la senadora Carolina Viggiano le habrían ofrecido una senaduría por Morena, en una jugada insólita y que envuelve una estela de cuestionamientos marginales como, ¿quién le ofreció la postulación?, ¿qué le habría ocurrido a la estructura del PRI en Hidalgo?, ¿por qué no aceptó la candidatura?, ¿está coqueteando con el poder de Morena?
Hemos presenciado desde la ruptura del exgobernador Omar Fayad Meneses al PRI, que inoculó toda clase de cuestionamientos y suspicacias en la derecha y la izquierda: las acusaciones de traición de Carolina Viggiano hasta las especulaciones del pacto político con López Obrador, donde el trazo tiene el mismo objetivo. ¿Cómo decodificar el éxodo del PRIAN a la partidocracia, lo mismo en el fenómeno expansivo en Morena como en el resto de partidos satélites?
La Teoría de la Aguja Hipodérmica
Lo que subyace en las entrañas del éxodo masivo de militantes del PRI y, algunos del PAN en Hidalgo, estriba en dos vectores: I. El arribismo político y II. La infiltración política.
Es en estos dos vectores donde aplica la Teoría de la Aguja Hipodérmica.
En el caso del arribismo político, el éxodo del PRIAN, masivo a Morena y escueto hacia los partidos satélites, estriba en que como agujas que pretenden penetrar la piel, las y los personeros del antiguo régimen recurren a la negación política, tal y como lo ha efectuado Marco Mendoza, que jura y perjura que no existe desbandada política, mientras los migrantes políticos, al tiempo, niegan que pertenecieron al PRIAN, algunos con pericia y otros con la torpeza de las redes sociales que los suelen denunciar a través de innumerables imágenes, porque si algo les gustaba a los adheridos al PRIAN era figurar en los reflectores sociales y del jet set político.
El arribismo, en buen español, implica “caer en blandito bajo intereses sucios o mezquinos” y, en mal español, es la traición oculta o velada que tarde o temprano acuchilla por la espalda, lo cual es la aguja hipodérmica de la traición “empática”.
Por su parte, la infiltración política mantiene una decodificación distinta.
La infiltración política es el parteaguas del golpeteo y choque como estrategias de irrupción en un proyecto político. En la gestión del gobernador Julio Menchaca, la infiltración, de manera abierta, fue develada por el líder del PRI Hidalgo, Marco Mendoza, cuando externó que muchos de las y los servidores que engrosan la estructura morenista “usan chaleco guinda, pero son tricolores”.
La referencia hecha por Mendoza Bustamante fue a título de ironía política pero en las élites de la derecha es una estrategia real que ha causado obstruccionismo político a Morena y, en el caso del gobierno de Menchaca Salazar en Hidalgo, tampoco es una excepción.
En este trazo, las variables de golpeteo y choque político de la derecha en torno al éxodo que han sufrido sus expresiones partidistas del PRIAN, la decodificación de la aguja hipodérmica entre el arribismo e infiltración política ya es expresa, mientras que, para otros, es un paso obligado por las prácticas del antiguo régimen y la hibridación del PRIMOR.
No se puede ni debe negar que el éxodo masivo del PRIAN a Morena y partidos satélites en Hidalgo es también el camuflaje de la clase política de la derecha y grupos políticos que han encontrado, en el arribismo y la infiltración política, la mejor decodificación de una estrategia que inició de manera reactiva para penetrar al morenismo más que a la izquierda y paulatinamente ha tomado forma de golpismo político en México.







