LA GUERRA DE LOS DIOSES, XV

Salón Real

 

Azteca y Cihuacóatl. Un guerrero jaguar somete a Quetzalcóatl.

 

AZTECA: El primer cambio que quiero que hagas… Y escúchame bien viejo imbécil, no quiero ningún pretexto para que no lo cumplas. Siempre has eludido y confrontado mis ideas, desde que era pequeña. No creas que lo he olvidado, pero ahora pagarás tus consejos contra mí por haberme subestimado.

QUETZALCÓATL: Mi deber, mi señora, es asesorarla.

AZTECA: ¡No me interrumpas! Sólo cállate y escucha.

 

El guerrero lo golpea en la cabeza, Quetzalcóatl se duele.

 

QUETZALCÓATL: La escucho, mi señora, pero le suplico que ya no me peguen, por favor. Ya estoy muy viejo y-

 

El guerrero lo golpea más fuerte en la cabeza.

 

AZTECA: Ya no digas nada y mejor escucha, viejo idiota. Escucha con claridad lo que te voy a decir. Voy a instaurar una de nuestras más saciables tradiciones. Aquello que dará el sentido de muerte que todos deseamos en nuestro Altepetl. Los sacrificios humanos. La sangre y los corazones; los corazones y la sangre.

QUETZALCÓATL: Mi señora Tlatoani, con todo el respeto que me merece, le pido que no reinstale una tradición ya superada por nuestro pueblo. Hace mucho tiempo que a todos nos costó acordar otros modos de tributo teológico, como el juego de pelota y las artes, pero no más sangre. No debemos restaurar los sacrificios humanos, pues no debemos ahondar, aún más, en el desequilibrio cósmico que prevalece.

AZTECA: ¿A qué te refieres?

CIHUACÓATL: No le hagas caso. Está delirando.

QUETZALCÓATL: Mi señora, con la muerte de su padre la inclinación cósmica hacia la muerte se agudiza y los sacrificios humanos sólo la total oscuridad acelerarían.

CIHUACÓATL: Ya dile que se calle.

AZTECA: No pedí tu opinión, viejo moralista. Sólo te estoy avisando. Digamos que sólo te estoy comunicando una orden. ¿Entendido?

QUETZALCÓATL: Por favor, mi señora, desista de los sacrificios humanos.

AZTECA: Pues no. No voy a desistir.

 

Quetzalcóatl quiere decir algo pero Cihuacóatl le echa un polvo rojo en el rostro y éste queda inconsciente.

 

CIHUACÓATL: Viejo idiota. Quién es para contradecirte.

AZTECA: Viejo idiota. Quién es para contradecirme.

 

El guerrero jaguar lo saca a rastras. Entra otro guerrero.

 

GUERRERO JAGUAR: Mi señora, le traigo un informe.

AZTECA: Luego, orita estoy muy cansada.

GUERRERO JAGUAR: Es un informe muy importante, mi señora.

AZTECA: No me importa lo que sea. Ya te dije que mañana.

GUERRERO JAGUAR: Se trata de su hermana.

 

Cihuacóatl se encrespa.

 

AZTECA: ¿Mexica?

GUERRERO JAGUAR: Sí, mi señora.

CIHUACOATL: Maldita… Esta aquí, la siento, la siento... Maldita. ¡Maldita!

GUERRERO JAGUAR: ¿Mi señora?

AZTECA: Dile que…

CIHUACOATL: ¡Mátala! ¡Mátala! ¡¡Mátala!!

AZTECA: (pausa larga) Hazla pasar.

 

El guerrero sale.

 

CIHUACOATL: Mátala.

AZTECA: ¡Ya cállate!

 

Entra Mexica.

 

AZTECA: Hace tanto tiempo, hermanita. ¡Abrázame!

MEXICA: ¿Cómo murió nuestro padre?

AZTECA: Se desvaneció… Sólo se desvaneció.

MEXICA: Papá.

AZTECA: Pero no te preocupes, ahora yo estoy a cargo.

MEXICA: ¿Sigues con ella?

AZTECA: ¿Cihuacóatl? Es como mi hermana. Ella me hace compañía desde que tú te fuiste.

MEXICA: (transición) ¿Cómo sabes que se desvaneció?

AZTECA: Bueno, es que-

MEXICA: ¿Estuviste ahí cuando murió?

AZTECA: Sí. Digo, no. Pero sé que desapareció. Como el aire. Así sucede cuando muere un Tlatoani ¿no? ¿Tienes hambre?

 

Silencio.

 

MEXICA: Ya me voy.

AZTECA: ¿Adónde vas? ¡Te ordeno no hacer nada! Ahora yo soy Tlatoani.

MEXICA: ¿Hay algo que no me has dicho?

CIHUACÓATL: Sospecha de nosotras.

MEXICA: Dime, hermana. ¿Hermana?

CIHUACÓATL: No confíes en ella. ¡Mátala!

MEXICA: Dime.

AZTECA: ¡Déjame en paz! No me importa lo que pienses, no me importa nada de ti. Ahora yo soy Tlatoani y se hace todo lo que yo diga. ¿Entendido?

MEXICA: Y qué vas a hacerme. ¿Lo mismo que le hiciste a papá?

AZTECA: ¡Yappan!

 

Entra Yappan, avienta una lanza a Mexica quien sagazmente la esquiva. Se pone en guardia y Yappan le tira un golpe, ella lo detiene justo a la mitad del trayecto y ambos forcejean. Mexica deja de oponer resistencia y, aprovechando la inercia de Yappan, lo derriba. Mexica intenta someterlo en el suelo pero Yappan le pega en la espalda y la derriba, yace en el suelo adolorida. Yappan alza la cachiporra para pegarle pero ella lo esquiva y se pone de pie de un brinco.

 

Yappan y Mexica se miran para un segundo asalto. Yappan la vuelve a atacar y ella lo esquiva dándole un cachiporrazo”. Yappan cae al suelo muerto. Cihuacóatl sale.

 

MEXICA: Habla, hermana. Es momento de que me digas la verdad. ¿Qué le hiciste a mi papá?

AZTECA: Ayuda, ayuda. ¡Ayuda!

MEXICA: No te voy a hacer daño, sólo quiero que me digas la verdad.

 

Entran dos guerreros jaguar, le apuntan a Mexica.

 

AZTECA: ¡Arréstenla!

 

Mexica se prepara para combatirlos pero, antes de cualquier intento, recibe un dardo, siente un mareo y cae al suelo. Entra C-Jaguar como responsable del dardo.

 

AZTECA: Ahora sí, maldita. Te vas a morir. ¡Te voy a matar!

C-Jaguar: Tranquila, mi señora. Recuerde que tiene que hacerlo en sacrificio frente al pueblo. En sacrifico a nuestra madre Coyolxauqui.

 

Cihuacóatl ríe maléficamente.

 

Continúa XVI

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".