Deambulan las ideas de una presidencia deliberante, crítica y que no deja pasar por alto la ilusión de la neutralidad política. No, al menos en torno a la afiliación en Morena, desde los pronunciamientos de Claudia Sheinbaum.
Morena Hidalgo, siguiendo las directrices del partido que dirige Luisa Alcalde, se encuentra en un proceso de afiliación política, donde la inserción a sus estructuras de partido condensa uno de los objetivos de consolidación política de la 4T. Empero, este proceso no puede ser llevado a diestra y siniestra y la filiación política de Miguel Ángel Yunes Márquez ha causado que la presidenta Sheinbaum Pardo comience a perfilar el filtro de la conciencia política como uno de los signo inequívocos del compromiso e identidad morenista.
El gobierno de Julio Menchaca ha sufrido los embates y efectos del éxodo, migración y defecciones políticas de los partidos del viejo régimen que implica, en la mayoría de los casos, la infiltración política, el oportunismo personal y el arribismo político a las estructuras burocráticas de partido y de relaciones políticas.
La crítica de forma y fondo al respecto ya ha iniciado desde la postura de la presidenta Sheinbaum Pardo que los procesos de afiliación no pueden presentarse como una condición a diestra y siniestra y, sin lugar a dudas, cuando se trata de afiliación que engrosa encargos públicos donde el peso de la conciencia morenista debe primar.
Mis únicos y queridos lectores, abramos los ojos a la naturaleza humana y política.
No existe neutralidad política, en todo caso, esta es una ilusión kafkiana o un acto de magia de Houdini.
Hemos podido presenciar cómo las afiliaciones políticas -al margen de la conciencia- suelen causar desencuentros a priori y a posteriori, como el infausto evento donde el senador Cuauhtémoc Ochoa de Morena, en su encargo en la Comisión de Hacienda en el Senado de la República, trató de impulsar la iniciativa de “cobranza delegada”, que fulminaba a las y los trabajadores por medio de una retención de deuda desde el empleador al trabajador en una especie de subrogación de deuda de otras entidades a las que las y los trabajadores pudieran ser deudores.
La iniciativa de “cobranza delegada” fue la antítesis de toda postura de la izquierda morenista, al grado que, en un plano de molestia absoluta, al senador Cuauhtémoc Ochoa le costó el cese de su comisión en el Senado. Esta cruenta muestra empírica de castigo político atiende al pasado político del senador Ochoa, que no ha terminado de ser una piedra angular en su adhesión a Morena para comulgar, entender e instruir su actuación en la izquierda en México.
El ejemplo empírico del Grupo Universidad es historia paralela en esta atmósfera para las arenas políticas en Morena Hidalgo.
En esta atmósfera de desencuentro político, la afiliación a Morena comienza a ser selectiva. Morena es el partido hegemónico de la política en México y el claudismo marca nuevas directrices para consolidar el proyecto que iniciara el obradorismo de la Cuarta Transformación. Por ende, la ilusión de la neutralidad política para recibir afiliación en un proceso altamente operativo no concita sin la selectividad del caso.
Ponerse la camiseta de Morena no significa utilizar el chaleco guinda, como es perceptible en la estructura de la burocracia de Morena en el gobierno de Julio Menchaca, donde, paradójicamente, ni son todos los que están, ni están todos los que son.
La identidad ideológica del ecosistema de un partido político no puede ni debe ser infiltrada, esto marca la interfase (conexión) entre lo que es y lo que intenta ser. No es lo mismo un medicamento de fórmula que uno similar y, en el escenario político, la ilusión de la neutralidad es sólo eso, un acto de Houdini.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.