La odisea de Carmen Aristegui

La delicada realidad por la que atraviesa la nación en un momento de transición política exige que los interlocutores de la información actúen de manera inteligente y crítica, comprometidos con el cambio social, para que la veracidad informativa sea la constante que ilustre a la sociedad, no para crear mascaradas y engaños, ni complicidades de juegos de intereses que lastiman a la ciudadanía.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Mis únicos y queridos lectores, he insistido en ocasiones anteriores que la maquinaria mediática mercenaria resulta un instrumento demoledor sobre aquellas conciencias que no escudriñan más allá de la “verdad publicada”; por lo que, en esos trazos en Hidalgo, en más de alguna ocasión el gobierno de Julio Menchaca ha quedado a fuego cruzado por la narrativa informativa.

 

En este trazo analítico, es menester de conciencia cierta ponderar que el cuarto poder, desde el siglo XVIII, ha jugado un papel en Occidente que oscila entre la prensa crítica y la que juega bajo intereses inciertos. Esta cuestión, en estos momentos en México ha destapado el caldero de las acusaciones y las suspicacias informativas que embrollan a más de una dimensión de la realidad de la que la política es el epicentro.

 

Conozco a Carmen Aristegui desde nuestros años mozos y, pese a que no fui su amigo, sí fui una de esas manos devueltas desde la universidad con la que conversé en múltiples ocasiones; las más de las veces, de cuestiones académicas. En esas charlas de pasillo me percaté que Carmen era una estudiante ubicada en la comunicación y sus dimensiones, combativa como lo éramos muchos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

 

La odisea en la que se encuentra la periodista Carmen Aristegui tuvo momentos aciagos en el sexenio del Tlatoani López Obrador que, en más de alguna ocasión, dejó entrever su preocupación sobre el enfoque de noticias que Aristegui difundía, lo cual creó una tensión mayúscula e, inclusive, un distanciamiento entre la periodista y el gobierno.

 

Empero, como decía sabiamente mi abuelito: todos encontramos nuestro camino.

 

En esta tesitura, Carmen Aristegui enfrenta, en estos momentos, una batalla contra la empresa Televisa en el escándalo Televisa Leaks, en el destape de una cloaca periodística acusando de crear noticias o construir Fake News. Aristegui ha respondido en este vector señalando un escándalo de noticias denominado Televisa Leaks que se encarga de realizar campañas negrasen internet, que de acuerdo a la periodista ha maquinado Televisa que “fabricó denuncias de abuso sexual infantil, golpes mediáticos al dueño de Grupo Carso, Carlos Slim, y perfiló la imagen de Arturo Zaldívar para “conquistar” la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), además de ataques contra la periodista Carmen Aristegui, de acuerdo con la filtración #TelevisaLeaks”. En suma, una maquinaria mediática para destruir a personas físicas y morales.

 

Este entuerto tortuoso, denota que los pecados capitales de la maquinaria mediática en México no parecen constreñirse a una verdad unívoca sobre la pulcritud y limpieza de la información. En ocasiones me he referido a la alarmante realidad del manejo de la posverdad; aquí la cuestión es peor porque estaríamos en presencia de escenarios que se construyen mediante maquinaciones pseudo-periodisticas, de los cuales la prensa crítica y el periodismo de altura debe estar alerta.

 

La crítica de la odisea Aristegui-TelevisaLeaks es sólo la punta del iceberg donde habrá que aclarar la participación del exministro Arturo Zaldívar que, de este encontronazo, también, habrá de tejer una hebra infinita del destape de una cloaca de la maquinaria informativa que ha creado, por décadas, realidades paralelas en la escena política y económica en el país.

 

El juicio crítico de esta realidad no puede ser pasado por alto, pese a que no reviste algo que no haya trascendido en diferentes dimensiones, procesos y tiempos, desde el Estado y fuera de él. Recordemos que el cuarto poder lo es de jure y de facto, lo cual tiene implicaciones sobre el conocimiento comprensivo de la realidad que incide en el prestigio y desprestigio de cualquier realidad que sea expuesta por la maquinaria informativa.

 

El desencanto social que vivimos frente a la construcción y maquinación de falacias informativas debe alertar a la ciudadanía para que busque de manera crítica los filtros necesarios de la información.

 

La delicada realidad por la que atraviesa la nación en un momento de transición política exige que los interlocutores de la información actúen de manera inteligente y crítica, comprometidos con el cambio social, para que la veracidad informativa sea la constante que ilustre a la sociedad, no para crear mascaradas y engaños, ni complicidades de juegos de intereses que lastiman a la ciudadanía.

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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.