Somos lo que somos y nuestros apetitos parecen marcar el fin de nuestra especie, lo hemos sabido con nitidez desde el siglo XX y ahora todo parece confirmarlo, porque nada habrá de detener nuestro apetito.
Todos admitimos que los apetitos no tienen que ver sólo con lo que engullimos, en términos estrictos están más allá: lo mismo oscila entre el consumo de bienes imperecederos como casa o automóviles, que con los alimentos. La verdad, depredamos al planeta, pero esto no es culpa de la mayoría de la población mundial sino de la minoría, que desde los países desarrollados, en su mayoría, consume la mayor parte de todo lo que se produce, mientras la gran mayoría sólo sobrevive.
Pero si el apetito lo perfilamos sobre lo que comemos, los datos son impresionantes. En las ciudades de Occidente acostumbramos tomar leche de vaca y comer su carne, lo mismo hacemos con otras especies como los puercos o las ovejas, sin olvidar a las gallinas, que tienen una alta demanda y suelen estar en la dieta de los sectores urbanos.
¿Sabía que, para producir una hamburguesa, en promedio se gasta el agua que en un mes consumiría una familia de entre 4 o 5 integrantes? Es verdad: el mantenimiento de los animales que comemos y sus productos derivados requiere 90% más que el agua que directamente consumimos los humanos, por lo que nuestros alimentos terminarán por causar nuestra extinción.
Pero si los animales que comemos consumen esta cantidad de agua, sus deshechos son impresionantes: producen en el excremento gas metano, el cual es 90% más dañino que el dióxido de carbono que emiten fábricas y automóviles, cuestión que permite inferir que el deterioro del medio ambiente no tiene que ver en gran medida con la producción fabril o el uso del automóvil, sino con el metano, gas que es veneno puro y que los animales que comemos lo generan en cantidades que rebasan cualquier manejo.
Seguramente no cambiaremos nuestros hábitos alimenticios, seguramente las vacas nos sobrevivirán conjuntamente con los puercos y las gallinas hasta que no quede nada.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.