Los reacomodos políticos, invariablemente, son siempre el resultado de un esquema ampliado de la correlación de fuerzas que no atiende, necesariamente, a las lógicas que los seres mundanos, como nosotros, mis únicos y queridos lectores, encaramamos en nuestras lógicas de entendimiento, ya sea por nuestra impericia o por carencia de información contundente. No obstante, ello no debe ser pretexto para no atender a los datos de los que sí disponemos y que permiten perfilar el análisis político.
Empero, los que suelen llamarse “expertos” del análisis político, como las rémoras, están plegados a esquemas de filtración que provienen de corrillos entrelazados con personeros de gobierno, periodistas y advenedizos de la información, así como uno que otro que estuvo en la comida o la reunión celebrada desde lejos. En este escenario, la distorsión de la información la convierte en posverdad o en filtración dirigida desde los juegos de intereses.
En estos días aciagos, el éxodo de personeros de la derecha en Hidalgo a las filas de Morena es, prácticamente, más grande que el éxodo de Egipto de los israelitas en busca de la Tierra Prometida.
Empero, pese a que es visible este éxodo, no han existido mayores pronunciamientos de las fuerzas de la derecha, que se encuentran agazapadas, sin reflectores mediáticos y que sólo acuden a ellos cuando pueden intentar asestar un golpe o pedrada, maquillada de asertividad política.
Los personeros de capital y peso político en este éxodo a Morena, que provienen del antiguo régimen en Hidalgo, han dado pauta para inferir que el cisma de la derecha no es contenible y que su erosión política tendrá estragos mayores, los cuales siguen siendo disfrazados y maquillados, ya sea tratando de desviar la atención con iniciativas insulsas en el Congreso local o con festejos de onomásticos políticos de ese pasado que pasó.
A título de somos adversarios, pero no enemigos -frase que denota que la civilidad es primero-, los grandes personeros de la cúpula del poder del PRI en Hidalgo no han dicho ni pío con respecto a la incorporación al gobierno de Morena de Julio Valera o la más reciente de Onésimo Serrano. Marco Mendoza, líder del PRI Hidalgo, se encuentra más preocupado por impugnar la construcción de las torres gemelas que de realizar una autocrítica del ¿por qué existe y persiste un éxodo de militancia tricolor a Morena?, ¿qué implicaciones tiene para la estructura de su partido en el sistema político? y ¿qué papel juega el PRI como oposición en este mensaje tácito de su crisis política en la nación?
Este desgarrador éxodo político permite enunciar el siguiente recuento de daños:
La derecha no sabe dónde está Goliat y experimenta los signos de la defección política producto de los esquemas de concentración de poder de cúpula, vertical y autoritaria, carente de democratización interna de partido.
La historia política advierte que un partido de cúpula, tarde o temprano, generará una escisión de su estructura (Gramsci), creando un péndulo de oscilación y resistencia de sus bases militantes.
La ideología de partido aparece en este escenario como laxa, difusa y confusa; por lo que nunca expresó con solidez qué se pretendía con la toma del poder.
Las élites que utilizan a la derecha como rostro de conducción social, golpean a sus partidos y los llevan al colapso, culpándolos de su derrota política, lo que acelera el clima de descomposición interna y el éxodo.
Las cúpulas dirigentes en tiempos de crisis en la derecha, transitan a planos todavía más autoritarios y caen en negacionismos de poder. La frase “hay PRI para rato” ¿les suena familiar?
Cuando Moisés condujo desde Egipto al pueblo de Israel a la Tierra Prometida contaba con la ayuda de Dios. El éxodo de la derecha a Morena es producto de un extravío político que no sólo enuncia una crisis de representatividad partidista, sino el ocaso de un proyecto político donde no habrá Tierra Prometida.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.