Nada tan catártico en la vida de un pueblo que una tragedia, porque remueve los hilos de la reflexión y las emociones se multiplican, algunas veces con estelas de cordura, otras con rabia, y otras tantas con armonía y solidaridad.
El terremoto del 19 de septiembre -y no señalo los sismos anteriores de Oaxaca y Chiapas porque no calaron en la consciencia colectiva o sus imaginarios- estremeció al mundo y la respuesta solidaria internacional llegó, lo mismo como topos que en especie o dinero, mostrando el afecto que otros países y pueblos le profesan al pueblo de México.
De pronto el gobierno tenía, sin quererlo ni promoverlo, un botín político, después de tantos desencuentros tanto en materia de seguridad, economía y educación; se adelantaba la Navidad para la clase política.
Pero la torpeza primó y el fantasma de Frida Sofía, el cadáver no encontrado porque jamás existió, se convirtió en el epitafio del botín político, que como reacción contraria causó un enfurecimiento de gran magnitud, arrebatándole la gloria al gobierno.
¿En qué se tradujo la pifia de Frida Sofía? En estela de pus, de pronto se conocían las tropelías de autoridades que pretendían obtener un dividendo político al igual que los partidos, los que miraban como buitres a la carroña al terremoto, para esperar cenar en 2018.
A medida que los meses transcurren las cosas se le ponen peor tanto al gobierno como a la partidocracia y su clase política, porque la reacción de rabia y frustración de los ciudadanos se tradujo en alejamiento y desencanto, y perfiló las candidaturas independientes que, dicho sea de paso, se han convertido en una pantomima.
A decir del jefe de gobierno de la CMDX, llevará 6 años dejar a la Ciudad de México otra vez de pie, pero el cisma con la política no se recuperará, ya se encontraba en la ruina y ahora es pérdida total.
La clase política habrá de pervivir al terremoto, pero siempre estará en la ruina de la conducción social, lo cual no quiere decir que los ciudadanos comunes tomarán el poder, esa es una quimera, sólo alecciona el desdén de la ciudadanía, que con rabia se tragará los futuros gobiernos que vengan.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.