España y Chile viven un momento amargo donde la violación grupal se ha multiplicado sin que exista nada ni nadie que la pueda frenar. La Manada en España y un aparente grupo de la hinchada del equipo Universidad de Chile han violado a mujeres de manera multitudinaria.
En el caso de La Manada, cinco detenidos fueron sentenciados a nueve años de prisión, mientras que en Chile continúan las indagatorias para encontrar a los culpables.
El análisis crítico de todo esto estriba en que ni los protocolos sociales ni legales son suficientes para contener la violencia que se presenta en el mundo, donde pese a existir muchos controles virtuales como videograbaciones, detectores de huellas y mayor uso tecnológico de “policías inteligentes”, las cosas se desbordan y en el fondo aparecen la corrupción, impunidad e indolencia que se suman a una buena dosis de estereotipos que vuelven víctimas de abuso no sólo a las mujeres.
En México se han dado a conocer cifras espeluznantes: cada día son asesinadas ocho mujeres, promedio maldito y cabrón que se añade a la brutalidad con que se cometen estos crímenes y de los cuales ni el 1% son resueltos para castigar a los culpables. Todos conocemos el caso de las muertas de Juárez, mujeres que son secuestradas y asesinadas, violadas e incluso torturadas, crímenes que hasta el día de hoy no se esclarecen y muestran el escenario de corrupción e impunidad en el que se vive.
No existe una actitud decidida, seria y responsable de las autoridades en el planeta, y en particular en México, para terminar con la estela de violencia, porque es palpable la colusión entre delincuentes y autoridades, pese a que se intentan dar pasos hacia el frente, pero son más los pasos hacia atrás.
El problema de todo esto, y una verdadera paradoja, es que la naturalización de la violencia es perceptible desde los juegos de video de nuestros hijos hasta la documentada sección de los noticieros televisivos y los periódicos, que hacen de la nota roja un espectáculo de buitres y carroñeros, donde los lectores o videntes se regodean ante estos abusos, comportamiento basura y miserable que vende y no tiene fin.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.