¿Murió el PRI?, todo debería indicar que sí, pero en su justa dimensión; lo que debería morir es el PRI-tradicional, el vertical, el autoritario, el vetusto e inmóvil.
Con las venas abiertas y la sangre a flor de piel, el priismo espera quitarle los clavos a la cruz para iniciar una reestructuración de sus cuadros militantes, pero no se ve claro, es decir, no existe el nombramiento de un guía de partido que aparezca con la sensatez y el peso de conducción necesarios para enfrentar el apocalipsis.
Todos recordamos que cuando se habló del nuevo PRI, haciendo referencia a sangre nueva como Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge como iconos de un nuevo camino, las cosas resultaron poco menos que trágicas, al grado que la corrupción y el peculado se convirtieron en las constantes del ejercicio de gobierno y en una pesada lapa que anticipaba el epitafio del sexenio.
El desastre del partido no termina ni inicia con el escándalo de los nuevos priistas, sino con las prácticas verticales de la cúpula de poder y de los grupos de interés que han impuesto su peso político, por no decir secuestrado al partido, lo cual es por todos conocido y sigue siendo el lastre que impide la reestructuración.
En este escenario será difícil apreciar una reacción en la conducción política del PRI, podría ser como pasó con Enrique Reza o René Juárez, retóricas y discursos que no rompen la inercia y lógicas de empoderamiento de la cúpula que siguen obedeciendo a las prácticas conocidas y que, por ende, liquidan toda intención de vertebración de nuevas conducciones y corrientes al interior del partido.
La radiografía de la concentración del poder en el PRI advierte que el cambio generacional de cuadros, el cual se funde en el talento, en el compromiso y la trayectoria, no está próximo, pese a que en la próxima integración de la Cámara de Senadores sólo tendrá 14 miembros, mientras que en la Cámara de Diputados tendrá 44 y contará con sólo 12 gobernadores. Sin duda, un estrepitoso panorama político.
Si los datos duros no son suficientemente aleccionadores para la elite priista, difícilmente la cacareada reestructuración del partido será posible, se seguirá en la retórica de escritorio y en la simulación publicitaria.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.