Después de una radiografía histórica en diferentes partidos, el actual secretario de Educación de Hidalgo, Natividad Castrejón, comienza a ser parte de la danza de los tapados y destapados en la carrera hacia la sucesión transexenal 2028, sin que esta suspicacia no devele que los procesos internos en Morena para suceder al actual gobernador, Julio Menchaca, se encuentran apretujados, frente a un juego de intereses que no sólo activan sombras y luces en los corrillos políticos, sino, también, los escarceos de poder.
La coordinación de la campaña política a la gubernatura de Julio Menchaca contó en el apoyo de Natividad Castrejón uno de los basamentos de armonización de diferentes bloques de sustento que debían ser controlados y direccionados para lograr el objetivo común de encumbrar en Hidalgo el primer gobierno de alternancia política del Poder Ejecutivo estatal.
El objetivo, una vez logrado, dio paso a la estructura del staff público del que se desprendió la nominación de Natividad Castrejón en la Secretaría de Educación de Hidalgo. En esos momentos habían existido diferentes especulaciones en la entronización del gabinete, de las que Natividad Castrejón -o como le dicen sus allegados “Nati”- ocuparía la Secretaría de Gobierno, condición que no sucedió y que, actualmente, ocupa Guillermo Olivares.
¿Por qué Natividad Castrejón fue designado secretario de Educación, cuando sus dotes de coordinador y armonizador podían caber en la Secretaría de Gobierno?
La respuesta se encontraba quizá en su pasado político, en donde el peso de los triunfos no eran el sello distintivo de su trayectoria en diferentes partidos en los cuales militó o representó. El correlato de su trayectoria lo adscribía con mayor cercanía en la administración educativa, de la que había incursionado con la instauración de una universidad privada.
La nominación de Natividad Castrejón en la Secretaría de Educación primó también como una audición de entereza en una de las carteras sensibles para la ciudadanía, al tiempo que le impuso una prueba de confianza en un organismo que ha estado infestado de corrupción y malversación pública en administraciones pasadas. El cálculo era lógico, operar un macroorganismo como la SEP, en el que lo mismo se debe jugar con el sindicato que con la coordinadora era una prueba sustantiva de confianza que el gobernador Julio Menchaca le entregaba al eterno candidato de múltiples fórmulas políticas de la partidocracia en Hidalgo.
La atingencia por una parte en su tarea, como el sigilo político de Natividad Castrejón, lo mantienen en una interfase no tocada en la carrera transexenal del 2028 hacia la gubernatura. ¿El tapado?
