Pachuca ¿misión imposible?

Pachuca es una ciudad de servicios y en ello radica la fortaleza a explotar y enriquecer por parte de las administraciones municipales, que deben crear elementos transversales para que la ciudadanía pueda empoderarse en cadenas de externalización comercial.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.

Las anomias de una ciudad que creció en el imperio de las tensiones económicas de la minería y el apetito internacional, mis únicos y queridos lectores, hacen de Pachuca, nuestra querida metrópoli capital, un caso digno de reflexión desde el salto cualitativo que le ha dado el gobierno de Julio Menchaca a Hidalgo.

La carencia de planeación urbana y los apetitos de las inmobiliarias en contubernio, asquerosamente corrupto, con Cabildos y presidentes municipales, que hicieron del uso de suelo el botín de sus tropelías públicas, han sido factores que hoy inciden en la pauperización y hacinamiento de la mayor parte del tejido social que habita en Pachuca.

Desde las marrullerías de Percy, que está acusado por un desvío de 200 millones de pesos, hasta las tropelías de los hallazgos de Sergio Baños, el municipio de Pachuca ha sido atrozmente aniquilado.

En este trance histórico, la concentración de la riqueza en pocas manos y la carencia de una visión de vocación comercial en Pachuca se unen a los estragos de una precaria urbanización, que lo mismo pone en jaque a la ciudadanía con las inundaciones, que con la falta de espacios públicos para la apropiación cultural de la sociedad.

En este trazo agreste, tanto el ascenso del gobernador Julio Menchaca como del alcalde Jorge Reyes ha traído un impulso gubernamental que oscila en condiciones de reinserción citadina pero que debe trazar mayores signos de horizontalidad social para que la metrópoli capital se erija en una ciudad de equilibrio y oportunidades de desarrollo, como lo deben implicar los 84 municipios del estado.

La discusión que debe ir en crescendo estriba en: ¿qué elementos de reorientación citadina deben primar para lograr la horizontalidad ciudadana y la generación de oportunidades sociales en Pachuca?

Todo indica, que existen trazos paralelos prioritarios como que el Congreso local genere legislaciones que amparen el desarrollo de la ciudadanía que menos tiene de la mano de una planeación urbana para los desposeídos. En este trazo, es menester generar condiciones para el desarrollo de la vocación del sector servicios y sus dinámicas fiscales y de orientación de empleo.

Pachuca es una ciudad de servicios y en ello radica la fortaleza a explotar y enriquecer por parte de las administraciones municipales, que deben crear elementos transversales para que la ciudadanía pueda empoderarse en cadenas de externalización comercial.

Se debe evaluar el impacto de programas sociales para el empoderamiento de los sectores no privilegiados de Pachuca y, con ello, asumir nuevas dinámicas de recomposición del tejido social.

Recientemente, he criticado los efectos de gentrificación del Parque Cultural de la ciudad de Pachuca.

Si uno visita el Parque Cultural podrá encontrarse con un centro recreativo (de cultura recreativa), con una imagen de belleza urbana y pulcritud, digna de cualquier ciudad en el planeta. Empero, contrasta el hecho de que la ciudadanía que asiste es de niveles económicos medios y mayores; las personas de escasos recursos y sus niños no aparecen en esta parte del mapa de la ciudad de Pachuca. Más aún, una buena cuota de ciudadanos del área de Zona Plateada ya ha hecho suyo el parque, marginando a los sectores desposeídos que cohabitan la zona plateada.

El ayuntamiento debe lanzar, con gran dinamismo, programas que incorporen a las ciudadanas y ciudadanos de los sectores no privilegiados de la sociedad y, con ello, superar brechas de asociativismo ciudadano y generación de oportunidades.

Las niñas y los niños de diferentes estratos, cuando se reúnen, no hacen diferencias o distinciones de clases sociales ni caen en clasismos. Las niñas y los niños juegan y se comprenden, y se relacionan a través del juego; esto crea vínculos que rompen barreras de estatus social. Démosle a las niñas y niños que menos tienen el horizonte de una ciudad capital donde sus gobernantes entienden y comprenden que se construye ciudadanía desde los sectores que menos tienen, no de los que generan las élites.

El alcalde Jorge Reyes y el gobernador Julio Menchaca son servidores sensibles y comprometidos con la ciudadanía. Empero, deben mirar al tejido social desde abajo, desde esos sectores sociales para los cuales la marginación y la pobreza son el dolor y herida histórica de la indolencia de políticos y politiqueros que hicieron de la corrupción la desolación de un pueblo que hoy no tiene porvenir.

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Por: Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.


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CRONOS - Carlos Barra Moulain

Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.