La caída de la monarquía sexenal fue el resultado de una lucha histórica que el PRIANATO jamás visualizó, porque se empeñó en minimizar que la cultura política había dado un salto cualitativo, pequeño, pero cualitativo, que es el salto que hoy perfila la consolidación de la sucesión transexenal de Hidalgo en 2028 y la presidencial en 2030.