Rebeca sí, Marco no, Paco sí

Mientras Marco Mendoza le hacía el “fuchi” a la elección del Poder Judicial y Paco Olvera salía a votar, mientras añoraba que Morena le extendiera una invitación o, por lo menos, un guiño en el horizonte, Rebeca Aladro dio un paso firme a la gubernatura.

No hay piedra filosofal que pueda explicar la conducta de las y los políticos y, desde luego, desde el marco de la pasada elección del Poder Judicial, donde hacer la lectura analítica de las pruebas que dejó sobre la democratización de la justicia en la nación es poco menos que descifrar un cubo Rubik con la mano izquierda.

 

Ernó Rubik, el profesor húngaro que inventó el cubo tridimensional, jamás tuvo que enfrentarse a las cinco dimensiones de la política en México, de lo contrario, jamás habría triunfado.

 

En esta atmósfera, la elección del Poder Judicial resultó confusa, desangelada, torpe y escabrosa, al grado que hasta los que llevaron acordeón y desde sus trabajos les exigían fotografías de evidencia de la boleta de voto -que esto es un delito electoral-, se vieron inmersos en un proceso tortuoso, casi inexplicable y con resultados inverosímiles.

 

La elección comenzó ese domingo al estilo de las que la preceden en la memoria histórica ciudadana del Poder Ejecutivo y Legislativo. Todo parecía normal: las mismas urnas, el mismo sello indeleble, las mismas filas y casillas; en fin, la infraestructura era la misma, pero el viacrucis era distinto.

 

Sin embargo, esta elección dejó desde el análisis crítico tres efectos inmejorables para entender no sólo la frustración ciudadana sobre el proceso de renovación del Poder Judicial, sino, también, que el poder político de la nación es más inestable que una gelatina.

 

Efecto iguana

 

Lo que pudimos advertir de esta elección es que las fuerzas de izquierda pretendían que la elección presentara el “efecto iguana”, que de cara al sol poco o nada se mueve. Esto implicaría que el control ganado por mayoría calificada en el Congreso -donde Morena, después de más de 70 años, le había asestado un golpe de poder a la derecha- por fin lograría no sólo democratizar la justicia, sino, también, darle cauce con los matices que le favorecían a la 4T.

 

Efecto mariposa

 

La derecha hizo lo propio con el “efecto mariposa”, esperando que nuevos vientos políticos, frente a la confusión de este proceso electoral, le permitiera posicionar escaños judiciales a modo y lo logró.

 

Efecto avestruz

 

El “efecto avestruz” fue, a todas luces, el más repetido. Se trató de todas y todos aquellos que fueron por simulación democrática a emitir su voto con la esperanza de tranquilizar su conciencia y de esperar expectativas de cambio político insospechado. Es decir, “a ver qué pasa”.

 

En este trazo, más allá de los resultados de la elección del Poder Judicial, Rebeca Aladro dio un paso firme a la gubernatura. El efecto iguana revaloró algunos escaños en todo el espectro de Morena y perfiló, al estilo de la Teoría de las Especies, el darwinismo político de la izquierda, en donde ni están todos los que son, ni son todos los que están. En este clima, Rebeca Aladro salió fortalecida.

 

A contra corriente, Marco Mendoza le hizo fuchia la elección, como se lo hizo Alejandro Moreno. Se trataba de un cierre de filas desde el tricolor que esperaba que sus acordeones y el efecto mariposa se posaran de flor en flor para controlar al Poder Judicial. Qué raro esto de “controlar al Poder Judicial” fueron las mismas palabras utilizadas por Marco Mendoza, que amenazó con no ir a votar; la cacofonía de ello, ilustra sus alcances primitivos y guturales.

 

En la esquina de los reflectores mediáticos, el exgobernador Francisco Olvera, “Paco” para los camaradas de los años mozos, fue a votar bajo el efecto avestruz, escondiendo la cabeza en la casilla, pero saliendo a la luz pública en la crítica certera al PRI, mientras añoraba que Morena le extendiera una invitación o, por lo menos, un guiño en el horizonte, por aquello de que muchos que usan chaleco guinda son en realidad tricolores y azules.

 

Rebeca sí, Marco no, Paco sí.


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