El reinado de la Sosa Nostra

©Adolfo Pontigo Loyola, Pachuca, 2017

“Estas últimas (entrevistas y testimonios) estuvieron a menudo lastradas por el temor de los informantes, pues el modo personal de ejercer el poder en la Sosa Nostra mantiene la impronta que le marcó su relación con José Antonio Zorrilla Pérez, el hidalguense director de la policía política del régimen priista que cumple una condena por homicidio”.

Prólogo de Miguel Ángel Granados Chapa a la obra “La Sosa Nostra”, de Alfredo Rivera Flores

Hoy se hicieron públicos los resultados de ingreso a educación media superior y superior que ofrece la UAEH, lógicamente, publicados en el periódico “El Independiente”, cuyo financiamiento y línea editorial depende directamente de Gerardo Sosa Castelán, aseveración que se hace en cualquier pasillo universitario, además, es del fundador de la Sosa Nostra, de quien depende hasta la aprobación de la portada de la edición diaria.

La sorpresa no es la “estrategia” para vender diarios con la esperanza de solventar los números rojos que tienen en quiebra a la máxima casa de estudios del estado, sino la artimaña legaloide para que nadie reproduzca dichos resultados y que les importe un bledo la dificultad de regiones enteras para adquirir uno de los diarios de menor circulación.

Resulta un acto miserable hacerse de dinero a través de la oferta educativa que ofrece la UAEH, que cambia a su antojo el rol de universidad pública y privada según convenga a los intereses de quien fue denunciado por fundar, proteger y liderar uno de los brazos armados de la policía política en México. Parece que la Sosa Nostra sigue aprovechándose de los estudiantes, pero ahora a sus porros les puso traje y los sentó como autoridades universitarias y hasta como candidatos y candidatas.

Ahora la universidad pública y autónoma de la entidad esconde resultados para condicionar a la compra de un periódico porque no tiene dinero ni para pagar el agua y cuenta con una veintena de candidatos que no despegan.

Seguramente el lunes Adolfo Pontigo Loyola estará dando un discurso sobre la falsedad del dicho y desacreditando este espacio, pero habrá que recordarle que al contestarle a este medio, “que se esconde y no tiene nombre”, ratificó la importancia del dicho, y sólo se responde a aquello que se tiene derecho a preguntar.

Que salga ahora el mal habido títere de la Sosa Nostra, Pontigo Loyola, y deje los romances de oficina para darle la cara a la opinión pública de la entidad; que no se le olvide que en “el pasado” gustaba de amenazar a golpes y hasta con pistola en mano, según las versiones que corren por todo Pachuca, tal vez por eso no sepa tolerar la crítica y mucho menos trabajar en favor de la comunidad universitaria.