Ser y Devenir

Veracruz,
algún día hasta tus playas lejanas tendré que volver
Agustín Lara

 

El mar, la noche y mi alma escuchando las estrellas. El olor de la brisa marina, la textura de la luz y su baile el sabor de las palmeras. Los sonidos acaecen invisiblemente provocando música del devenir mientras las olas rompen todos los silencios. Es el ritmo de la naturaleza, el canto del ser y el baile de sus entes. ¿Qué cambia y qué permanece?

¿Qué hago aquí? En la respuesta del mar y las cuestiones de mis recuerdos, la búsqueda del origen y una ventana al cielo. Aquí nací, aquí nacimos. La brisa pega en mi cara, entorno los ojos y mi boca estira brevemente sus labios. Es la nostalgia sonriendo, melancolía eufórica por las constantes de mis recuerdos. ¿Cómo comenzó todo esto? Reflexiono cuando, de pronto y como siempre, aparece una imagen violenta en mi mente.

Mi rostro ensangrentado, hinchado y amoratado; gritando de dolor, terror y pánico mientras el filo de un machete oxidado se pasea lentamente, rasposamente, por mi oreja derecha. La cercenan y mis gritos funden la imagen haciéndome regresar de nueva cuenta al mar y mis pies en la arena. La brisa me tranquiliza, el corazón explota en mi pecho y un sonido agudo atraviesa mi cabeza. Un opioideo calma la crisis paulatinamente, tan sólo por unos momentos; ya estoy acostumbrado, me los medican desde la muerte de Sergio, mi hermano gemelo, asesinado hace un año después de haber sido secuestrado. Aspiro hondo, el ritmo cardiaco regresa a su tiempo y me esfuerzo en bloquear toda imagen al respecto.

Las estrellas se reflejan en el agua y la ilimitable bóveda celeste aplasta sin piedad mis pretensiones trascendentales. Las olas rompen a lo lejos, intento olvidar mi depresión por un momento y le doy la espalda a ese lugar donde se junta el cielo con el mar. Atravieso unos cincuenta metros de playa y llego al estacionamiento, abro la puerta del auto y, antes de subirme, volteo nuevamente al océano y su deslinde con el cielo.

Algo en el ambiente pide no irme, estiro el momento y mis recuerdos lo más que puedo, pero es tarde y tengo que despabilarme. Aclaro la voz, toso un poco, muevo mis hombros y comienzo a concentrarme. Mi camino a la redención, pienso y reviso por enésima vez el cartucho del arma, una pistola Walther P99; voy a reunirme con la esposa de un plagiario y probablemente tendré que usarla. Enciendo el motor y me dirijo a un viejo hotel en Los Portales.

Mientras conduzco por el boulevard costero escucho voces en mi cabeza, ser y devenir, ser y devenir, ser y devenir. Me esfuerzo en concentrarme, no quiero perder el control, tengo que estar frío. Ser y devenir luchan dentro mí, no sólo en mi cabeza sino en todo mi cuerpo. Tengo que estar tranquilo, imperturbable y sereno. Llego al Malecón y dejo el auto encargado a un muchacho. Enciendo un cigarro en lo que me traslado, observo a la gente y voy reconociendo la zona por si tengo que huir rápidamente. Llego al exterior del hotel y lo miro de frente, es el momento de la verdad, negociar con la señora el rescate de una niña secuestrada. Tal vez sea una trampa, no me importa. Tengo que rescatarla.

 

Continúa parte 2

 

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".