Ser y Devenir 144

La tormenta de nieve. Me atrapó. Nos atrapó. Nos hizo pedazos. Por mi necedad. Mi inseguridad. Mi locura hasta el final. La naturaleza no miente. Miente cuando quiere. Y hoy no quiere.

Me llaman nihilista. ¿Cómo? Nihi-lis-ta. Ok. Pero no lo soy. Why not? Yo sí creo en valores, pero no en los mismos que la generalidad. Porque tú eres especial. Odio la generalidad. Amargado. Impide la libertad. Cálmate, Marx. La verdadera libertad. ¿La verdadera? Kant era un idiota. Eso ya lo sabemos. Maldito enano. ¿Eso qué tiene que ver? Ni en Königsberg te querían. Sí lo querían. Se burlaban de él. Quiere dominar a todos con su imperativo categórico. Su asqueroso criterio general engendrando valores morales de carácter general. La generalidad. La maldita colectividad. El rebaño. El miserable rebaño. Los valores de muchos y principios de nadie. La revolución de todos y el privilegio de unos pocos. Hipócritas. No soy nihilista sino un rebelde de la axiología clásica, el valor moral como individualidad y, por tanto, sin criterios de corrección. El valor que me parezca correcto siempre será correcto.

Pero entonces no puede hablarse de ‘correcto’ Wittgenstein me corrige erróneamente.

No importa, porque en este contexto la palabra ‘correcto’ significa lo que siento, es decir, lo que siento que es correcto aún cuando de hecho no lo sea lógicamente. La moral auténtica no tiene criterios de corrección sino, en todo caso, de comparación pero únicamente para entender con mayores variables la naturaleza humana y sus diferentes modos de ser en sentido moral.

La tormenta cayó de repente, el cielo congelado sobre nosotros y el viento cegándonos de blanco. Pinto se atora y ya no podemos avanzar, echa un par de pasos para atrás y nos hundimos más, desesperado se levanta en dos patas y caemos de espaldas. Se levantó dando tumbos del lado mientras yo permanecía hundido en la zanja que había provocado nuestra estrepitosa caída. Me pongo de pie y, al borde de la nieve intacta, alcanzo a ver a Pinto alejándose en la nevada, perdiéndose entre las innumerables tonalidades de blanco.

¡No te vayas!

Hay, al menos, dos veredas en la existencia moral: hacer lo que se hace o hacer lo que se siente, lo primero es imitación y lo segundo intuición. Lo primero responde a la pregunta “¿Qué quieren los demás (de ti)?” y lo segundo a “¿Qué quieres tú?”. En lo primero hay una recompensa por tu acción, en lo segundo la acción misma es la recompensa. Lo primero reside en algo exterior a ti y lo segundo reside únicamente en ti. Lo primero te somete, lo segundo te libera.

Me guarecí sólo unos momentos en la zanja que velozmente era cubierta por la tormenta. Me arde la cara por la helada. Tuve que salir intentando seguir la dirección de Pinto. Mis manos están tiesas. Me arrastré a ciegas. Mis pies entumidos. Abrí un poco los ojos y, a través de dolorosas dificultades, vislumbré unas sombras, probablemente de árboles, a una distancia favorable. El viento acuchillado golpea mi espalda, sigo arrastrándome pecho tierra y ya no siento mis manos. La nieve cubría mi voluntad mientras yo luchaba por sacar hasta la última de mis fuerzas.

La moral generalizadora es un ideal, empero, si eliminamos el ideal (ya sea superándolo o trascendiéndolo) eliminamos el deber ser. No hay que hacer las cosas sino sólo hacerlas, es decir, hacer las cosas pero no porque haya que hacerlas. Ya no más el deber ser sino sólo el ser. Simplemente ser.

Logré llegar a un árbol, recargué mi espalda y abracé mis piernas ocultando mi cabeza. El viento golpea horriblemente mi cuerpo. No quería moverme. No puedo moverme. El gélido frío me trituraba. Me duelen los huesos. Y comencé a desvariar. Me duele la mente. Mi cerebro se estaba congelando. ¿De qué hablas?

El concepto de moralidad. ¿Qué significa ‘moral’? La moral es una proyección. Los ideales de la comunidad que los crea. Un invento colectivo. El dictador de la conciencia. Me rebelo. Para ser un espíritu grande hay que hacer cosas grandes. No te dejarán. El superhombre crea una moral y, sin quererlo, constituye un rebaño. En un futuro te seguirán. Te saltas las reglas comunes pero tu revolución creará otras. Nunca. Los héroes no son kantianos. Los kantianos son los enanos. Los débiles del rebaño. La venganza de los sometidos consiste en someter a los demás. No te dejes. Juro que resistiré la moralidad de rebaño. Yo puedo crear mi propio universo. Es involuntario. No es planeado. Surge como el canto. ¿De dónde proviene el arte? Un fuetazo del aire. ¿De dónde proviene el cielo que se esconde detrás de nuestros ojos? ¿De dónde proviene la belleza? La libertad. La metafísica tiene cadenas. Los grilletes de los ideales. Los lentes del prejuicio. La verdad como absoluto ¿Por qué tiene sentido vivir? ¿Porque Dios te dio la vida o porque vivir tiene sentido? Lo primero no depende de ti, lo segundo reside en ti. Lo primero es una especulación, lo segundo es un criterio concreto, i.e., tiene sentido vivir si y, sólo si, vivir (tu vida) tiene sentido. ¿Qué significa que tu vida tenga sentido? Que la pregunta por el sentido de la vida deja se ser planteada. Porque vivir deja de ser un problema en cuanto a su sentido. Lo primero se dice, lo segundo se muestra.

Es lo inexpresable —me dice Wittgenstein—, lo que se muestra a sí mismo.

Lo místico.

La tormenta me está borrando, extinguiendo, desapareciendo. ¿Cómo justifico mi existencia sin recurrir a algo externo a mí? No puedo dejar de temblar. Las únicas respuestas residen en el cuerpo, las emociones, en lo que sientes. Ya no siento los pies. La metafísica es una filosofía que piensa la vida. Ya no siento nada. La filosofía del devenir es una filosofía que vive la vida, que siente la vida. No puedo más. El sonido de la nieve destrozándome. Me estoy muriendo. Todo ha terminado.

No te rindas, hermano.

Quiero rendirme.

Mi cuerpo está envuelto de blanco, por completo escarchado mientras el congelamiento del aire me cubre por todos lados.

Nunca te rindas.

Un ligera sensación de calor en mi pierna ilumina el resto de mi cuerpo, luego una pequeña incandescencia recorriendo mi pie y, mágicamente, todo mi lado izquierdo.

¿Qué pasa?

Quiero abrir los ojos pero no puedo, no obstante, siento su aliento.

¡Amigo!

Me lame la cara, abro los ojos y veo al lobo gris frente a mí. Se acurruca a mi lado para darme calor mientras la tormenta continúa con su épico fervor.

Continúa 145

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".