Ser y Devenir 4

Abrí los ojos y comprendí la lucha de mis sentimientos, el amor y el odio, el perdón y la venganza. ¿Cómo puedes vengarte de lo que no amas? ¿Cómo puedes perdonar lo que odias? La dialéctica del sentir y el pensar, pensar lo que uno siente y sentir un nuevo pensamiento. ¿Qué es un arrepentimiento?

El cielo azul de la tarde, pomposas nubes y el desmesurado campanario gris y redondeado, amargo y pesado. Mi primer recuerdo en una iglesia, no mi primer visita o experiencia; sé que fuimos bautizados, he visto fotos del ritual, uno tranquilo y otro llorando, pero no recuerdo quién de los dos era yo en el escenario.

Al entrar sentí un frío tremendo, la luz crepuscular a través de los vitrales mostraba con claridad las diminutas partículas de polvo, los detalles de las pinturas y los impactantes rostros. Todos sufriendo, agraviados o lesionados. En una caja de cristal un hombre sumamente herido, con sangre en todo el cuerpo y una corona de espinas. Sus ojos miraban al cielo, sus miembros esqueléticos y su cara delgada en exceso. ¿Quién es?, preguntó mi hermano. Es Dios, contestó mi padre. ¿Dios?, pregunté incrédulo y desconfiado. Entonces recibí un sopapo.

Mi padre me jaló del brazo bruscamente y me sentó a su lado, me puse a observar el ambiente mientras el sacerdote recitaba un tedioso discurso. Un santo calvo, una virgen triste y cuadros de ángeles y demonios. El olor a rancio. Híncate, párate, siéntate; híncate, párate y siéntate. La tentación, el pecado y la culpa. La confesión, el arrepentimiento y la expiación. La carne y la sangre de Dios. El altar dorado, las pinturas del paraíso y, al centro de todo el emporio, la enorme cruz y el crucificado. La liberación de todos los pecados. Mi padre se puso de pie y se enfiló para comulgar.

Examiné sus movimientos, caminaba cabizbajo y frotándose las manos. Recibe la hostia, se persigna y se hinca apoyando la cabeza en sus manos, supongo rezando. Y mientras lo hacía especulé en lo que podría estarse arrepintiendo. Los golpes, los gritos y el intento de feminicidio. Su violencia como esencia.

Regresó con diferente semblante y, al terminar la misa, me tomó suavemente de la mano y salimos del recinto. Mi hermano se mantenía callado. Fuimos a cenar a un restauran y mi padre sonreía con la mesera. ¿Era fea? No importa, en ese momento me pareció repugnante. Una bruja cualquiera. ¿Por qué platica con ella? ¿De qué platica con ella? ¿Por qué todo esto me altera? No eran directamente mis problemas, hasta que mi hermano hizo que todo se detuviera.

Tiró, a propósito, la jarra de cristal del café. Todo pareció un accidente, pero yo me di cuenta de todo, percibí por completo su intención y posteriormente me guiñó el ojo. Mi padre sospechó un poco, pero no tenía pruebas, sólo nos miraba con extrema molestia; pidió la cuenta y nos fuimos.

Las luces de la calle eran diferentes. Más amarillentas y cálidas, ahora todas son blancas. Llegamos a la casa y nos recibió su luz ocre en la entrada, el portal con sus velas apagadas y el jardín que en ese tiempo tenía muy pocas plantas. Mamá nos recibió, nos abrazó y me ayudó a preparar las cosas de la escuela para el día siguiente mientras le preguntaba a mi hermano cómo nos había ido sin ella; desde la mañana dijo que se sentía mal, pero yo que creo que fue porque aún se le notaba el moretón en el ojo. Le platicamos todos nuestros pasos excepto el trompazo en la iglesia y el incidente con la mesera. Apagó la luz y sentí que el techo me miraba severo, sentí miedo.

No tengas miedo. Nada de lo que vimos hoy es cierto. Son mentiras, todas mentiras. No hay un ser todopoderoso que lo controla todo, no hay un diablo que incita la maldad y tampoco un juicio trascendental. Sólo es un invento para ganar dinero.

No entendí muy bien lo que me dijo pero me sentí más tranquilo, suspiré un poco y cerré los ojos. El sueño comenzaba a transitar hacia el hoyo negro de la vigilia cuando irrumpió en el aire una serie de golpes, gritos y cristalazos. Momentos eternos de terror, sin embargo, mi hermano se puso de pie y se asomó al pasillo. No salgas, le dije y me pidió mantener la calma. Salió y se entrometió en la discusión, escuché que defendía a mamá y luego de un horroroso grito de mi padre sobrevino un profundo silencio. No dormí en toda la noche pero tampoco me atreví a salir. Horas después, en que el silencio se mantuvo, me venció el sueño.

Mi padre nos despertó pidiéndonos perdón. Yo apenas entraba en conciencia intencional cuando terminó su discurso de arrepentimiento con lágrimas en el suelo. Salió prometiéndonos que todo será mejor. Miré a mi hermano y me contó todo lo que sucedió. Aquel animal volvió a golpear a mamá y esta vez fue a dar al hospital. No podía creerlo. Quise seguir preguntando pero él me interrumpió dejándome sin aliento.

—Voy a matarlo.

Teníamos apenas siete años.

 

Continúa 5

Por: Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".






EL INDIO FILÓSOFO - Serner Mexica

Filósofo por la UAM, estudió la Maestría en la UNAM y el Doctorado en la Universidad de La Habana. Fue Becario de Investigación en El Colegio de México y de Guionismo en IMCINE. En 2007 obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia EMILIO CARBALLIDO por su obra "Apóstol de la democracia" y en el 2011 el Premio Internacional LATIN HERITAGE FOUNDATION por su tesis doctoral "Terapia wittgensteiniana".