La visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Hidalgo, en un trazo de unidad política-gubernamental con el gobernador Julio Menchaca, se presentó en un álgido momento donde a la primera dama le llueven las críticas de la derecha. Esta atmósfera política se presenta en y desde un esfuerzo encarnizado por demeritar sus logros, y como reacción lineal a la derrota de la elección del Poder Judicial, que ha dejado más huellas de dolor que perro con hidrofobia.
En este escenario, la presidenta Sheinbaum Pardo ha confirmado que México seguirá estableciendo lazos de comunión con el grupo de los BRICS, tratando de abrir oportunidades de mercados más allá de la relación del T-MEC y para calmar los ánimos en la arena de la guerra de los aranceles del gobierno de Washington.
Empero, las visitas de Sheinbaum Pardo a Hidalgo han dejado como sello distintivo anuncios de planes y programas en pro del desarrollo del gobierno y pueblo, al grado que las Rutas de la Transformación han encontrado en las macro obras, un pulmón de realizaciones sociales de gran calado. En este trazo, la presidenta Claudia Sheinbaum continúa afianzando la estrategia de centralidad política entre el gobierno federal con Hidalgo y el Estado de México.
En esta atmósfera, el claudismo en ascenso en Hidalgo también previene escenarios futuros en torno a la sucesión transexenal de la gubernatura en 2028, donde, todavía, no ha quedado esclarecido si la reforma de alternancia política de género será aprobada por el Congreso local para permitir que una hidalguense se erija como la primera gobernadora en la historia del estado.
Mis únicos y queridos lectores, la presencia de la presidenta Claudia Sheinbaum en Hidalgo debe ser analizada desde el cierre de filas en un momento donde las críticas de las fuerzas de la derecha se ciernen sin tregua sobre el gobierno morenista. Esta condición debe ser atendida desde su trinchera por el gobernador Julio Menchaca y el líder de Morena Hidalgo, Marco Rico. Para el análisis crítico no es cosa menor la beligerancia que ha perfilado el PRIAN en el país y, ello, debería estar siendo ponderado desde la izquierda para curarse en salud.
En los expedientes empíricos de la trayectoria de reacción del PRIAN desde el sexenio de López Obrador, las condiciones de beligerancia en el Senado de la República no habían presentado un incremento notorio como se han dado en los últimos meses, donde la reforma al Poder Judicial y su elección causaron una reacción de irritación política en el PRIAN y la oligarquía nativa.
Entendamos, mis únicos y queridos lectores, el poder político en México está experimentando una verdadera transformación desde el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. El sistema político oscila en los rendimientos crecientes de Morena y los alcances en adhesión ciudadana. Esta atmósfera ha incrementado la inquietud en los sectores de la derecha, que han visto seriamente lastimados sus intereses, de allí la reacción virulenta de críticas sórdidas y desencuentros creados en el Senado. La pantomima de la CNTE maquilló el momento, pero era un trazo calculado por la derecha.
La lectura política de este momento perfila, desde el escenario de nuevos programas sociales y reformas morenistas, una escalada de tensión política sin precedentes. Todo indica que para la derecha ha llegado el momento de definiciones de forma y fondo, y que sus estrategias de golpeo deberán focalizarse en el Senado, porque es una vitrina más visible a la ciudadanía de lo que es la Cámara de Diputados, donde Morena es amo y señor.
¿Hasta dónde llegará la crisis del PRIAN y sus estelas reactivas?
El escenario es convulso, pero por análisis de ciencia política, en la medida que la fuerza de Morena se incremente y la debilidad del PRIAN se precipite, la beligerancia de la derecha será más sórdida y extrema, en definitiva, son vectores inversamente proporcionales. Lo único que le ha faltado al zafarrancho en el Senado son los golpes, porque los insultos, injurias y denostaciones se encuentran a la orden del día.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.