HASTA SIEMPRE. Chucho, el joven que supo que nadie es eterno

Alma Santillán.

Colmado de flores y música de banda, familiares y amigos dieron el último adiós a José de Jesús Carrasco Serrano, quien la mañana del viernes perdió la vida en un accidente de tránsito en la Pachuca-Tulancingo.

Chucho, como le llamaban, se ganó el corazón de propios y extraños; de éstos últimos cuando regaló su chamarra a un indigente bajo la lluvia, apenas el pasado 4 de marzo, acto que el destino quiso que fuera inmortalizado por la lente de un fotorreportero local. Con este simple -pero poco común- gesto de humanidad y solidaridad, el muchacho fue objeto de reconocimiento en las redes sociales.

La tarde de este sábado, bajo el cielo despejado y un sol que elevó los termómetros a 26 grados, al panteón municipal de Pachuca llegó el cuerpo de Chucho, escoltado por su gente, un mariachi y una banda que en ningún momento dejaron de tocar.

Una fiesta, eso fue el funeral del joven, casi un niño; así quiso que estuviera enmarcada su muerte: sin desgracias ni lágrimas tristes, y en su lugar, sus Recoditos a todo volumen, sus amigos cantando a todo pulmón y un trago para acompañar. Como lo hizo en vida.

Lealtad, honorabilidad, solidaridad, respeto, sencillez, integridad. Esos valores son los que los padres de Chucho pidieron a sus amigos reproducir cada día, tal como lo hizo él sin necesidad de reflectores ni fama, ni otro interés de por medio. Pidieron honrar su memoria siguiendo su ejemplo.

¿Cuántos de nosotros hemos hecho el bien sólo porque sí? ¿Cuántos de nuestros gobernantes, representantes, quienes deciden nuestro bienestar como sociedad, tienen una auténtica preocupación por su prójimo y lo ayudan sin que una cámara los capte sonriendo y al momento siguiente le den la espalda? ¿Cuánto nos pesa desprendernos de las cosas sólo para que el de enfrente lo pase menos mal?

Chucho, en unos cuantos años de vivir en este mundo, hizo lo que muchos no pueden hacer en toda su existencia: compartir con el corazón.

Que la muerte de este joven, a quien decenas de amigos acompañaron hasta el final, nos recuerde, como dice la canción, que nadie es eterno.

Chucho: gracias por la lección.