En términos estrictos, los debates políticos permiten la confrontación de las ideas y los programas de candidatos, pero también sirven para explorar su capacidad de conducción, así como su ética y desde dónde se aborda esa ética.
En México el debate político tiene otra dimensión, y entonces, ¿por qué existe? La mayor parte de los ciudadanos no leen, en el mejor de los casos son cibernautas pero no leen, aunado a que son apolíticos y en la generalidad resultan apartidistas y odian a la clase política; entonces, el debate televisivo se convierte en casi la única herramienta para conocer qué pretenden los candidatos.
Pero los debates no son debates, son riñas de mercado que poco o nada expresan soluciones a las problemáticas de la realidad social, e inclusive resultan morbosos, aburridos, una mierda de verdad.
En días pasados tuvimos el segundo debate de los candidatos por la gubernatura del EDOMEX, el cual resultó yogurt de pus, un verdadero vómito del alma que poco o nada dejó como enseñanza, y cuyo espectáculo aleja a la ciudadanía de la política porque la política no sirve para nada, socialmente hablando.
Si apreciamos el alejamiento social de la clase política y de la política, no hay que ser pitonisas para advertir que los ciudadanos no encuentran ninguna respuesta a sus problemas y, más aún, cuando saben que la respuesta está en la política asumen que la pagarán con sangre, ya sea por corrupción, impunidad, autoritarismo o burocratismo.
Sin embargo, parece que esta realidad la ignoran los políticos que se enfrascan en querer mostrar que son ellos quienes tienen la solución a los problemas del país, pero ignoran que sus propuestas atraviesan por congresos, alcaldías, o bien, escenarios burocráticos, por lo que la concreción de las mismas, en las circunstancias que todos conocemos, en muy pocos casos se convierte en una solución real y expedita.
El debate político no toma en cuenta que la ciudadanía se debate entre la vida y la muerte, entre la corrupción y la deshonestidad, entre el burocratismo y el papeleo, entre la inseguridad y la violencia; esas son realidades que el debate político asume que atiende, pero en realidad no lo hace.

Por: Carlos Barra Moulain
Carlos Barra Moulain es Dr. en Filosofía Política, su ciudad natal es Santiago de Chile, encuentra en el horizonte social su mejor encuentro con la historia y hace de las calles el espacio de interacción humana que le permite elevar su conciencia pensando que la conciencia nos ha sido legada por los otros.