Mientras Erasmo Catarino cantó en el Senado, la comunicación entre Carolina Viggiano y Marco Mendoza marcó líneas claras del acuartelamiento del PRI Hidalgo. En las semanas previas a la dimisión en el Senado de Viggiano Austria, Marco Mendoza, sin mayores argumentos para limpiar al PRI, realizó una arenga al gobierno de Julio Menchaca con la ingenuidad de un párvulo o con la impericia de un adolescente en su primera cita romántica, retando a que el gobierno morenista investigara los contubernios en la construcción del puente atirantado, reto en el cual aseguró que existía corrupción pública.
La arenga de Mendoza Bustamante fue un golpe de pureza en la medida que trataba de hacer parecer al PRI como un “partido estoico” que es capaz de presentar autocrítica y que va a ir con todas sus fuerzas y “entereza política” contra quien sea. En este tenor, la arenga de Marco Mendoza también se erigía en un golpe tras bambalinas de Carolina Viggiano hacia el exgobernador Omar Fayad, al que no puede ver ni en pintura por “nalga pronta”. Sin embargo, la torpeza de la declaración de Marco Mendoza se convirtió en las redes sociales en la comidilla de un despropósito político a título del Guasón y unos amigos.
No obstante, el pastel se cocinaba con cierta premura, pero con la premeditación precisa de una lectura anticipada de Viggiano Austria -que no de Marco Mendoza, porque le faltan tablas para ello- de que la sucesión a la gubernatura de Hidalgo del 2028, decisión en tiempos y movimientos en torno a la aplicación de la reforma política de alternancia de género, le corresponde al Congreso local, se había perfilado hacia la decisión efectiva de empoderar a una mujer en el Poder Ejecutivo.
La sucesión a la gubernatura, entonces, tomó un giro inesperado para el PRI y Carolina Viggiano. Esta cuestión, en los corrillos del Congreso, fue escuchada y filtrada no sólo por Marco Mendoza, sino por la derecha que, frente a las declaraciones del gobernador Julio Menchaca y de la diputada Tania Meza -que habían realizado un pronunciamiento y crítica a que una sucesión de “dos años” discriminaría a las mujeres en el encargo de la gubernatura- empujaba a la bancada de diputados de Morena, que preside Andrés Velázquez, correligionario cercano y de todas las confianzas del gobernador, para corregir la plana, los tiempos y movimientos, y replantear el camino.
Hacer válida la opción de la alternancia política de género en Hidalgo no solamente obedecía a la gestación de la reforma impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, que tiene vínculos de adhesión expresa con el gobernador Julio Menchaca. Se trataba de una jugada que debía ser ponderada y evaluada frente a la escasez de capital político de las posibles candidatas de Morena a la gubernatura.
Viggiano y el madruguete político
Marco Rico jamás vio venir el madruguete político de Carolina Viggiano; pero Cuauhtémoc Ochoa, que se había distanciado de Simey Olvera al comprender que la alternancia política de género se perfilaba para encumbrar a una candidata, no sólo limó asperezas con Simey, sino que la volvió a empujar para que suspirara, nuevamente, con la gubernatura.
El madruguete político de Carolina Viggiano no sólo cimbró al 4º Piso, se encendieron las alarmas en Morena y la visoria nacional no se hizo esperar.
Entre Carolina y Geraldina
En los hechos, Geraldina García es la lugarteniente de Carolina y la que debería dirigir al PRI Hidalgo. Sin embargo, la gestión de Marco Mendoza es pan de huevo: “si te lo comes no te hace daño y si no te lo comes, tampoco te hace daño”; por ende, la línea dura del PRI Hidalgo está entre Carolina y Geraldina, y la factible incursión a la gubernatura de Viggiano Austria ya se cocina a todo vapor.
La alarma roja en el 4º Piso
Queda claro que ningún partido en México gana una elección con sus afiliados, lo que pone en jaque a Morena y la constante de que a nivel de sus cuadros femeninos no sobran las caras para contender a la gubernatura, y Carolina Viggiano, frente a la fragilidad del partido que lidera Marco Rico, podría dar una batalla que, a la postre, se puede convertir en el caballo de Troya en Hidalgo.
Viggiano ¿alerta roja en Morena?
