El expresidente Ernesto Zedillo ha salido de sus recovecos e, invariablemente, vuelve a su cruzada contra Morena. Advierte, en un claro despliegue de amnesia política, que la elección del Poder Judicial atenta contra la democracia.
Con el ánimo de magnificar su presencia en México, Ernesto Zedillo parece no entender que el latrocinio que amparó en el FOBAPROA sigue siendo una de las heridas abiertas en la ciudadanía en México, que ha tenido y tiene que seguir pagando una deuda de bancos privados que quedó registrada como deuda pública y, por ende, deuda de mexicanas y mexicanos por generaciones. A estas deudas se les conoce como deudas odiosas, porque no es el pueblo quien las genera, sino una clase política rapaz y sin escrúpulos.
En Hidalgo, las castañas están maduras. La memoria no puede dejar de asistir a la razón, cuando el Poder Judicial en manos del antiguo régimen amparó negocios privados con fachada pública, que lo mismo dio paso a fundaciones que a despojos históricos en diversas latitudes como lo ejemplifica la Huasteca hidalguense. Retrotrae a la memoria reciente la visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a la Huasteca, donde, en un discurso histórico, no sólo reconoció el despojo, sino también el abandono social que esa clase política, que tenía privilegios desde y con el Poder Judicial, amparó.
El Poder Judicial desde su estructura burocrática y los mismos partidos de oposición han reconocido el déficit de justicia que impera en el país. Sin embargo, se han visto reticentes frente a la reforma al Poder Judicial porque era el último bastión que amparaba privilegios, desigualdades y latrocinios. La memoria histórica sigue aludiendo en México al latrocinio brutal que implicó el FOBAPROA en el periodo presidencial de Ernesto Zedillo y cómo la banca privada, que también tiene sus aposentos en Hidalgo, fue rescatada frente a un quiebre financiero que ella misma pavimentó con una usura desmedida que empobreció a la mayoría de la ciudadanía.
Por ende, Ernesto Zedillo en su paralelismo con Hidalgo y la nación no puede hacer como que la virgen le habla cuando tiene las manos sucias desde el FOBAPROA y en la persecución de la bitácora del EZLN. En este recuento de daños, no exime a Zedillo que frente a la “derrota” del antiguo régimen y el ascenso de Vicente Fox reconociera el triunfo de la oposición en esos momentos, tratando de pasar a la historia como el “demócrata” del priismo que avaló el triunfo del PAN.
Quizá la historia alecciona que las manos devueltas pretenden lavar los errores o fracasos de antaño. Ello explicaría la alianza del PRIAN en las pasadas elecciones del 2 de junio de 2024, donde el monstruo o Leviatán a combatir era la izquierda que iba a destrozar al país.
Ernesto Zedillo, desde su mandato con el FOBAPROA, eliminó en México el principio de doble legitimidad donde el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo obedecen al interés del pueblo, haciendo que el Poder Judicial aplique ese mandato desde la procuración e impartición de justicia.
*¿Qué hacer frente a los paralelismos de Zedillo en Hidalgo?*
La respuesta se encuentra en entender que el Poder Judicial es un poder público que ahora puede ser electo y validado por la ciudadanía en una esfera de representatividad democrática que jamás tuvo. En este trazo, tratar de entender la oferta judicial de las y los candidatos a contender por Hidalgo en la esfera federal es vital para brindar un voto que permita engrosar una nueva historia en la procuración e impartición de justicia para que este Poder, donde su estructura burocrática ha perdido sus privilegios, constituya un brazo del pueblo.
Las críticas de Ernesto Zedillo a la elección del Poder Judicial carecen de legitimidad y autoridad moral porque fue él como presidente de México el que amparó intereses privados de la banca en detrimento de la ciudadanía a través de una deuda odiosa, que sigue en las espaldas de las generaciones presentes y venideras en la nación.
