Nuevas reglas en Morena

Las nuevas directrices contra el nepotismo que envió la presidenta Claudia Sheinbaum en la Carta Decálogo a Morena han puesto un freno político y moral a las y los desubicados en el partido guinda.

La punta del iceberg que ha implicado el comportamiento indebido y extraviado de diversos personeros guindas ha perfilado que la lideresa de Morena, Luisa Alcalde Luján, haya tenido que sentenciar a las futuras alianzas partidistas para sujetarse a nuevas reglas contra el nepotismo.

En el análisis crítico y triangulando, el efecto de los hechos desde los pronunciamientos de la presidenta Claudia Sheinbaum en La mañanera sobre conductas extraviadas de personeros del staff del gobierno federal, estatales y municipales con la Carta Decálogo a Morena y las nuevas reglas contra el nepotismo en el partido guinda marcan una crisis política de magnitudes insospechadas de la que no se puede sustraer el escándalo de probidad y las suspicacias sobradas de las fuerzas de la derecha que se encuentran investigando a Morena.

En paralelo, la empresa de San Ángel, Televisa, que se encuentra en un escándalo destapado por la periodista Carmen Aristegui sobre el caso TelevisaLeaks”, ha puesto suspicacias de sobra en torno al exministro de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, las cuales ya erigen fuego cruzado entre la izquierda y la derecha en México.

El cónclave protagonizado por Marco Rico, líder de Morena Hidalgo, en un llamado que provino del 4º Piso para crear un diálogo aleccionador al interior del partido guinda sobre el extravío político, se une a las nuevas directrices contra el nepotismo que envió en la Carta Decálogo a Morena la presidenta Claudia Sheinbaum que, a todas luces, ha puesto un freno político y moral a las y los desubicados en Morena.

La lectura de esta difícil realidad por la que atraviesa el gobierno de la presidenta Sheinbaum Pardo -que ha causado su malestar bajo un criterio abierto que no ha dejado pasar ni el extravío y abuso político por el que circundan veleidades y la carencia de una conciencia clara de lo que implica la 4T- estriba en que la praxis política de izquierda no puede presentar en ninguno de los miembros del gobierno federal, estatal o municipal, un ápice de desconocimiento de las graves implicaciones de caer o generar extravío y torpeza política. Esta lectura no sólo se circunscribe al nepotismo, sino a la corrupción, impunidad y, desde luego, a los criterios que deben primar para garantizar un gobierno de amplias reivindicaciones sociales (lo del pueblo es primero” no es una metáfora).

Es evidente que la presidenta Sheinbaum Pardo no puede remar contracorriente al interior del staff de su gobierno y, mucho menos, admitir las torpezas del fuego amigo.

Es en este trazo de conducta que Sheinbaum Pardo le ha exigido reorientar a la presidenta de Morena, Luisa Alcalde, de donde se expresa con claridad el despliegue de nuevas reglas para establecer alianzas políticas con partidos que deseen unirse al proyecto de la 4T. Sin embargo, pese a que esta medida es transversal a la partidocracia y gobiernos que se han aliado a Morena, presenta un ensamble tardío e insuficiente.

No son pocos los problemas de la filtración de fuerzas del antiguo régimen en Morena. El juego penetración política de la derecha -en el que Marco Mendoza, quien descubrió el hilo negro y el agua tibia, le denomina priistas de closet”- de intereses particulares de advenedizos y, desde luego, la perspicacia de fuerzas empresariales que se encuentran tratando de jugar al titiritero, que se han percatado que la amnistía política iniciada por AMLO se ha convertido en el talón de Aquiles de Morena, es el prolegómeno de una debacle en Morena.

Los priistas de closet”, como admite Marco Mendoza, y los advenedizos del encargo público exclaman abiertamente a los cuatro vientos: con mi chalequito guinda juego con la mano izquierda, mientras protejo lo que es mío con la mano derecha”.

Las nuevas reglas impuestas desde el partido guinda son insuficientes y los hallazgos de anomalías diversas en gobiernos y personeros de Morena, lo confirman.

Jamás ha cuajado la depuración política en Morena; no sucedió en el sexenio de López Obrador y, en los primeros seis meses de la gestión de Claudia Sheinbaum, la infiltración titiritera amenaza tormenta.


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